El Informe Oppenheimer / Colombia y la izquierda

AutorAndrés Oppenheimer

Hay una creencia generalizada de que el Presidente electo colombiano, Gustavo Petro, ayudará a crear un nuevo bloque de izquierda en América Latina, que incluiría a México, Argentina, Chile, Perú, Colombia y posiblemente Brasil si la izquierda gana las elecciones de octubre en ese país.

Eso es muy posible, pero hay varias razones por las que esta nueva "marea rosa" de Gobiernos izquierdistas elegidos democráticamente sería más débil y más moderada que el bloque "antiimperialista" que lideró el difunto gobernante venezolano Hugo Chávez durante la primera década de este siglo.

Primero, a diferencia de lo que sucedió durante el auge de los precios mundiales de las materias primas a principios de los años 2000, la mayoría de las economías latinoamericanas están en bancarrota.

La pandemia del Covid-19 y la caída de las tasas de crecimiento que ya venía de antes han dejado a la región sin dinero para explorar aventuras ideológicas. Y Venezuela, que otrora financiaba la confrontación regional con Estados Unidos, se ha convertido en uno de los países más pobres del continente.

En segundo lugar, aunque Petro prometió restablecer los lazos diplomáticos con Venezuela, como también lo hizo su rival electoral de centroderecha Rodolfo Hernández, el Presidente electo de Colombia probablemente querrá mantener una prudente distancia del dictador venezolano Nicolás Maduro.

Petro no tendrá una mayoría en el Congreso y no puede darse el lujo de antagonizar a la gran cantidad colombianos que inmediatamente se volverían contra él si se convierte en un aliado de Maduro.

"Petro va a necesitar el apoyo político de varios sectores", me dijo la politóloga colombiana Sandra Borda.

"Un acercamiento con Maduro simplemente sería un obstáculo adicional para poder hacer todo lo que quiere hacer Petro a nivel interno".

Además, Venezuela se ha convertido en una fuente de problemas, más que de soluciones, para sus vecinos. Más de seis millones de venezolanos han emigrado en los últimos años, la mayoría hacia Colombia, Ecuador y Perú.

En tercer lugar, un nuevo bloque izquierdista latinoamericano no podría darse el lujo de resucitar los discursos antiestadounidenses de principios siglo, porque sus integrantes necesitan desesperadamente inversiones extranjeras.

El flujo de inversiones extranjeras hacia América Latina se desplomó un 45 por ciento en 2020, lo que fue la mayor caída en el mundo en desarrollo ese año, según datos de las Naciones Unidas.

En cuarto lugar, es probable...

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