Infancia es destino / El niño y las palabras

AutorGuadalupe Loaeza

Jean-Paul Sartre (1905-1980) no mostraba ninguna simpatía por el pensamiento de Sigmund Freud. Pensaba que el psicoanálisis daba demasiada importancia a la infancia como una forma de determinar la personalidad y el destino. Incluso, llegó a escribir: "Un ser humano adulto no puede ni debe estar defendiendo sus defectos en hechos ocurridos durante su infancia; además de ser de mala fe, denota falta de madurez". Sin embargo, Sartre era al mismo tiempo un autor tan paradójico que dedicó uno de sus libros, Les Mots (Las palabras, 1963), a narrar exclusivamente su infancia; para muchos es una de las mejores autobiografías que jamás se hayan escrito. ¿Cuáles eran sus motivaciones?, ¿cuáles fueron los momentos que determinaron su forma de ser y que se convirtiera en escritor? Ya desde niño los libros se habían convertido para él en una verdadera religión; de allí que se sintiera incapaz de integrarse con los otros niños, se sentía excluido y, por extraño que parezca, inferior. Sentía que eran los libros los que lo protegían tanto de su mundo familiar como del exterior.

Balzac escribió que los hechos más importantes de nuestra vida ocurren antes de nuestro nacimiento. En el caso del filósofo francés, el gran acontecimiento de su vida fue la muerte de su padre, Jean-Baptiste Sartre: "Hizo que mi madre volviera a sus cadenas y a mí me dio la libertad". ¿Quiénes eran sus padres y por qué su madre se convirtió en esclava una vez que enviudó? Su padre era un joven soldado que había entrado a la escuela naval sólo para conocer el mar. En 1904, cuando era oficial de la marina y ya estaba enfermo de la fiebre de la Conchinchina, conoció a una joven tímida y bella, Anne-Marie Schweitzer, de apenas 20 años. A esta muchacha sólo le habían enseñado a coser, estar derecha y ser educada. Cuando ya era una anciana, descubrió en las viejas fotos del álbum familiar que había sido hermosa. Como dice Sartre, cuando Jean-Baptiste la conoció, "se casó con ella, le hizo un hijo al galope, a mí, y trató de refugiarse en la muerte". Meses después de que naciera su único hijo, Jean-Baptiste murió en brazos de su esposa. Esta joven pareja se había casado casi sin conocerse, de ahí que Anne-Marie no le pudo contar nada a su hijo de ese marino melancólico.

Jean-Baptiste fue un personaje tan ausente en la vida del escritor que Jean-Paul durante mucho tiempo sólo tenía una foto de él en la cabecera de su cama, lo veía, se fijaba en su cabeza redonda y calva y en sus grandes...

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