Infancia es destino / En busca de amor

AutorGuadalupe Loaeza

Dice el escritor Marcel Brion que ninguna otra época como el siglo 18 ha vivido por y para la música. Que la Europa de ese tiempo admiraba a los genios musicales, a los intérpretes virtuosos y a los niños prodigio. Pero que así como encumbraba a los artistas excepcionales, podía olvidarlos casi inmediatamente. Pero entre tantos prodigios a los que estaba acostumbrada la corte europea, nadie impresionó tanto como un niño de Salzburgo, de apenas 5 años y que era alegre, cariñoso, pero, sobre todo, de una capacidad artística admirable. Nos referimos a Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), considerado el modelo del niño genio, del artista nato y, quizá, del mejor compositor de todos los tiempos. Fue educado musicalmente por su padre, Leopold Mozart, y viajó por Europa para tocar en las cortes de reyes, príncipes, archiduques, condes y marqueses.

No obstante, con toda la fama de refinada de la sociedad europea de ese siglo, los músicos eran vistos casi como una curiosidad y en muchos casos sólo como sirvientes. Cuando Mozart tenía 15 años, el archiduque Ferdinand II quería escucharlo tocar. Uno de sus ayudantes le escribió al Archiduque: "Me solicita que ponga a su servicio al joven salzburgués no sé a título de qué por no creer que tenga necesidad de un compositor o de gente inútil, si ello sin embargo le reporta placer no deseo impedírselo, lo que digo es que para que no os encarguéis de gente inútil y carente de títulos, ese tipo de gente del que dispone su servicio envilece el servicio cuando esta gente recorre el mundo como pordioseros".

Tampoco hay que olvidar que muchos de estos nobles tenían un gusto bastante dudoso, lo que los hacía sólo apreciar los pasajes cómicos de las óperas. Como escribiera el padre de Mozart: "Cualquier gentilhombre, con todo su ornato, aplaudirá y hasta reirá hasta perder el aliento escuchando estas chocarrerías, mientras que en las escenas más serias y en los fragmentos más emotivos seguirá hablando en alta voz con su vecina hasta impedir escuchar a todos los que están a su alrededor".

El padre de Mozart, Leopold, era un hombre lleno de complicaciones, ambicioso y obsesivo por el trabajo. Y la madre del compositor, Anna Maria, era de un carácter alegre y despreocupado. Eran la pareja mejor parecida de Salzburgo. No obstante, Mozart no sacó casi nada de la belleza física de sus padres. Por el contrario, era menudo, magro, pálido y carente de toda pretensión en cuanto a fisonomía y constitución. También se decía...

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