El Indio Fernández, inventor de México

AutorRafael Aviña

La década de los 40 resulta básica para comprender los alcances de la época dorada de una cinematografía que se levantaba incluso por encima de sus fronteras. En esos años, aparece una serie de realizadores que cambia la fisonomía del cine mexicano a través de varias posturas. Si Julio Bracho se interesa más por un cine intelectual y trágico, como lo muestra en Crepúsculo y Distinto amanecer, más atractivos resultan los aportes de Ismael Rodríguez en su búsqueda por un cine popular, una épica de la vecindad que catapulta a Pedro Infante con la trilogía de Pepe El Toro. Junto a éste, Gilberto Martínez Solares cambia el tono hipermelodramático de aquél por la comedia y aporta el humor espontáneo y vital de Germán Valdés Tin Tan, en parodias como El rey del barrio, Simbad el mareado o El Ceniciento. Alejandro Galindo elige lo popular, y se interesa por la ciudad y sus personajes de clase media y baja, que van de Campeón sin corona a Esquina bajan y Confidencias de un ruletero.

A diferencia de aquéllos, Emilio "El Indio" Fernández, nacido en Hondo, Coahuila, hace 100 años, destaca por la creación de un cine totalmente nacionalista, que rescataba del olvido al indígena, el grueso de la población mexicana que se preparaba para la modernidad planteada en breve por el alemanismo. En su cine, la arenga cívica y el interés nacional coincidían de manera didáctica y emotiva, recuperando, de paso, el folclor, el paisaje mexicano y la dignidad del indígena. Al tiempo que crea los primeros arquetipos de un género que ya había utilizado su figura como actor: el patrón altivo y cruel en ocasiones, el indio honesto y noble y, a la vez, orgulloso, viril y valiente; o la mujer abnegada y sumisa, o su contraparte: la hembra arrojada y con las faldas muy bien puestas, como María Félix en Río Escondido o Enamorada.

El Indio encarnó el esplendor de un nacionalismo cultural y supo rodearse de un equipo de colaboradores notables: Gabriel Figueroa, fotógrafo; Mauricio Magdaleno, guionista; y actores como Dolores del Río, Pedro Armendáriz, María Félix y, con ellos, Columba Domínguez, su mujer, o Roberto Cañedo, agrupados bajo las órdenes de Agustín J. Fink, de Films Mundiales, a los que se sumarían productores como Raúl de Anda, Pedro Calderón, Salvador Elizondo y otros más.

Liderados por El Indio, serían los creadores de una nueva estética nacional, un México de nubes y magueyes, de discursos cívicos mezclados con las calles humeantes de una proletaria Ciudad de...

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