Inauguran memorial para desparecidos en Tijuana

TIJUANA, BC., agosto 30 (EL UNIVERSAL).- "No hay muerto más muerto que al que nadie recuerda", les dijo el Arzobispo a los familiares de desaparecidos que se juntaron para escuchar la misa de inauguración del memorial que construyeron dentro de un terreno agreste, perdido entre los cerros y el polvo, en el olvido de la zona este, en Tijuana, allá a donde fueron a parar unos 300 cuerpos desechos en sosa cáustica, en la Gallera de "El Pozolero".

Antes, ese predio enclavado en la colonia Maclovio Rojas, era usado como una auténtica gallera. La serenata del qui-qui ri qui? sonaba perdida entre los días y las noches, con las camionetas entrando y saliendo, más de madrugada que en cualquier otro momento, según recuerdan los propios vecinos de esa comunidad.

"Uno solo escuchaba los gallos o los arrancones de las troconas? pero de muertos y eso, na?a? si luego nos enterábamos que hallaban uno que otro muertito, pero pues nomás", dijo una de las residentes que vive en la misma cuadra donde a partir de 2011 y hasta la fecha, fueron halladas por los menos unas seis fosas clandestinas, entre cinco y seis huecos tapados con una masa de concreto que debajo escondidas masa orgánica, cientos de piezas de hueso humano y hasta frenos y prótesis.

Para hallar el terreno fue necesaria la detención de Santiago Meza López, en 2009, quien tras su captura confesó haber deshecho a ms de 300 personas en sosa caustica, bajo las ordenes de Teodoro García Simental, "El Teo".

A casi siete años del primer hallazgo, en donde personal de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO) descubrió los primeros restos, ahora más de 180 nombres colgados de las paredes de concreto cubren lo que antes había sido un cementerio clandestino habilitado por el crimen organizado.

No solo eran las placas con sus identidades, también están sus rostros; dos mosaicos de vidrio, clavados sobre la tierra donde fueron hallados los cuerpos rotos. El de hombres, jóvenes y hasta adolescentes, unos perdidos mientras iban a trabajar, otros durante su trayecto de la escuela, sin que haya rastro de nadie, solo el recuerdo de sus familias que aun los nombran en vida, sin parar de buscarlos.

"Son mis hijos" dice Esperanza, una mujer de más de 50 años, que desde 2010 los busca sin...

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