Un impulso final al libre comercio

AutorMichael M. Phillips

Redactor de The Wall Street Journal

WASHINGTON - El gobierno de Bill Clinton aprovecha hasta el último minuto para negociar un acuerdo de libre comercio con Singapur en un esfuerzo por establecer un modelo (y quizás también limitar las opciones) para el equipo económico de Bush.

Los funcionarios salientes esperan determinar así las cláusulas relativas a los derechos laborales y protección del medio ambiente que se convertirán en ejemplo para un futuro pacto con Chile y futuras zonas de libre comercio en América Latina y Asia. Mientras el presidente electo se dispone a nombrar un nuevo representante comercial, los negociadores de Clinton volvían el miércoles al trabajo para avanzar lo más posible en el acuerdo de Singapur antes de entregar las llaves de la Casa Blanca.

"No puedo decir cuál será la posición del gobierno entrante", dice la representante comercial de EE.UU., Charlene Barshefsky. "Pero yo alertaría al gobierno de Bush sobre las políticas comerciales y la importancia de resolver estos asuntos".

El equipo de transición de Bush no quiso hacer comentarios sobre este empujón de último momento del gobierno de Clinton en materia comercial. Sus aliados en Washington, sin embargo, han criticado a Clinton por intentar maniatar al gobierno entrante en un asunto explosivo a nivel político.

"La conclusión de un acuerdo comercial con Singapur o Chile que incluya este tipo de provisiones minará severamente la capacidad del próximo presidente para ingeniar un programa comercial bipartidista", explicaban el líder de la oposición Dennis Hastert y otros legisladores republicanos en una carta a Clinton el mes pasado.

Aunque el acuerdo comercial no puede ser vinculante sin aprobación del Congreso, el gobierno saliente podría arrinconar al nuevo equipo presentándole una política de hechos consumados.

"Tanto Clinton como Bush creen que los acuerdos de libre comercio son beneficiosos para la economía de EE.UU., una visión que también comparten la mayor parte de los ejecutivos empresariales, legisladores republicanos y muchos demócratas. Pero los demócratas también se han visto sometidos a otras presiones. A los ecologistas les preocupa que este tipo de pactos puedan interferir en la capacidad de los gobiernos nacionales y locales para poner en marcha estrictos estándares de contaminación. Y los sindicatos temen que las grandes empresas se...

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