Impulsa MuAC a CU

AutorCarlos Aranda Márquez

La apertura del Museo Universitario Arte Contemporáneo (MuAC) exige atención crítica, más allá de las candilejas y excitación natural que provoca. Es indudable su importancia, pero hay más preguntas inquietantes que vítores de festejo. Empecemos por sus aciertos: que sea un edificio concebido para ser museo y no un inmueble rescatado para ejercer funciones para las cuales no está equipado, le otorgan un interés especial.

Si los museos se definen por sus colecciones, esta obra concebida por Teodoro González de León es ya la primera pieza de la colección universitaria. Para los especialistas en arquitectura, González de León abandonó sus tendencias posmodernistas para crear un museo minimalista en sus líneas y sus interiores, un teatro aristotélico blanco perfecto, que permitirá un mejor empleo de sus espacios de trabajo.

La primera pregunta: ¿Por qué se decidió construir un museo de arte contemporáneo nuevo en la Máxima Casa de Estudios hasta ahora? Debemos recordar que el Museo Universitario de Ciencias y Artes, situado en medio de las facultades del campus venía ejerciendo estas funciones de museo de arte contemporáneo desde 1998, cuando Sylvia Pandolfi fue invitada a dirigir la recién creada Dirección General de Artes Visuales, luego Lily Kassner despachó el área sin pena ni gloria y cuando el entonces rector Juan Ramón de la Fuente invitó a Gerardo Estrada para fungir como Coordinador de Difusión Cultural, él a su vez trajo a una experta, Graciela de la Torre a dirigir el área de artes visuales. Para ella, era obvio que la Universidad necesitaba un museo de arte contemporáneo. ¿Por qué no se emprendió esta tarea al construir el Centro Cultural Universitario en la década de 1970? Habían artistas que habían activado proyectos museológicos fundamentales y que en esos años emprendieron junto a un grupo de creadores el Espacio Escultórico junto al Centro Cultural. Nos referimos a Helen Escobedo, ex directora del MUCA y del MAM, y a Mathias Goeritz, creador del Museo Experimental El Eco en la década de 1950, pieza recuperada por Graciela de la Torre y su equipo en 2006.

La política cultural universitaria de los 70 no consideró importante crear un museo de la misma importancia que la Biblioteca Nacional o la Sala Nezahualcóyotl. La Historia es una ciencia cruel, a veces olvida, a veces rescata los esqueletos del clóset. Porque para nadie es una sorpresa que el MUCA fue un espacio muerto por casi 20 años y su rescate no fue fácil. Las tres...

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