Impresiona su drama bíblico

AutorGabriel Rangel

CRÍTICO MUSICAL

El trágico amor de Sansón hacia Dalila cobró vida anoche con el estreno de la producción que Conarte, a través de Ópera de Nuevo León, realizó como título principal de 2015, de la ópera de Camille Saint-Saëns, ante un público que llenó tres cuartas partes del Teatro de la Ciudad.

La mezzosoprano española María José Montiel y el tenor mexicano Rodrigo Garciarroyo encarnaron la pareja principal. Estuvieron acompañados por el bajo-barítono Guillermo Ruiz como el Sumo Sacerdote, el barítono Óscar Martínez como Abimelech y el bajo Charles Oppenheim como el viejo hebreo.

En la producción de Rafael Blásquez, dirección de escena de Raúl Falcó, vestuario de Denisse Montoya y maquillaje de Francisco de Luna, participó también la Sinfónica de la UANL, bajo la batuta del director huésped, el italiano Guido Maria Guida.

La noche sin duda fue de Montiel, una Dalila seductora, vengativa, con voz vibrante, de tonos bruñidos en el registro grave, agudos bien colocados y un fraseo de extraordinaria belleza, que lució en cada una de sus arias, especialmente en la célebre "Mon coeur".

Garciarroyo resultó un héroe creíble en presencia física y que, si bien empezó algo frío, para el cierre del segundo acto mostró su fuerza vocal, consiguiendo la plenitud dramática en un rol que es sumamente complejo para cualquier tenor.

A la par, Ruiz fue un sumo sacerdote imponente desde su aparición, con una resonante voz oscura y facilidad también para las notas altas. Oppenheim estuvo muy en rol para el viejo...

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