Impone su carisma

AutorIvonne Melgar

MÉXICO.- Envuelto en la bandera de México, Alejandro Sanz torea el Zócalo. Se la pone de bufanda y de cara a las 130 mil personas reunidas, el español se declara al ritmo del "Corazón Partío": "¡México! Después de ti no hay nada...".

Lleva una hora cantando y ya entró en la intimidad colectiva. Al piano, solo, a media luz, se sacude una letra que no es suya. Cuenta que es del filósofo Juan Carlos Aragón: "Y no me importa que digan que yo soy un viva la vida, porque vivo sin compromisos...".

Frente al teclado, el cantautor del amor voluble, el de las emociones de este tiempo, susurra una frase que la plancha parece entender y festejar: que es fugaz ser feliz, y que eso se aprende cuando se dice adiós.

Sanz entra con un "¡Arriba México!" y con las piezas de su último disco No es lo Mismo. Arranca con "Piénsalo Bien" y luego prende al auditorio con "Eso".

"¡Va por ustedes!", grita para dedicar "Quisiera Ser". Se sigue con "Cuando Nadie me Ve". Y antes de llegar al homenaje para México, hace una escala en Cuba con "Labana".

"Cuenta uno, cuenta dos, cuenta tres, que se va Fidel", dice, y estallan los aplausos.

De la definición de que la isla es la ciudad donde los sueños aprenden a nadar, Sanz pasa a la versión actualizada de "Esta Tarde vi Llover".

Enseguida toma la guitarra eléctrica y repasa la canción de la silla, la que hace apología a la espera ("Regálame la Silla Donde te Esperé").

Llega la primera declaración: "He sido tan feliz contigo. Es el español que se quedó a vivir en México, que se casó aquí, y cuyo mejor verso es un mexicanismo".

Cambia de ritmo. Pasa al rap. Y cuando dice: " yo quiero para mí tus besos", regresa al tributo y grita...

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