'Imaginar descubría ventanas al mundo'

AutorIsrael Sánchez

La remembranza que el escritor Jean-Marie Gustave Le Clézio (Niza, 1940) tiene de su niñez en plena Segunda Guerra Mundial es muy similar a la de un preso.

"Durante los primeros años de mi infancia era como un prisionero en un pueblo en el Sur de Francia. Lo era porque los alemanes estaban buscando a los enemigos del nazismo", cuenta en entrevista telefónica el Premio Nobel de Literatura 2008, hijo de madre bretona y de padre inglés, quien servía como médico cirujano en las Fuerzas Armadas Británicas.

"Mi familia: mi mamá, mi abuela, mi abuelo y mi hermano, estábamos escondidos, y la única distracción que teníamos eran los cuentos que contaba mi abuela", comparte. "Sólo era sufrimiento, miedo, hambre y la distracción suprema de esos cuentos".

Aquel espíritu liberador que tenían los relatos durante la reclusión pervive en su más reciente libro, Canción de infancia, la cual presentará en el marco del Hay Festival Querétaro, que arranca mañana.

Una obra motivada en cierta medida por los menores en regiones en conflicto viviendo lo mismo que a él le tocó.

"Para mí hay una comunión, siento la simpatía que me inspira la experiencia de esos niños que están en el mundo en medio de una guerra, que están prisioneros en un lugar, no pueden salir de su casa y, si salen, están bajo peligro de muerte. Mi primera conciencia de la literatura era esta manera de escapar a la prisión, de escapar al encerramiento que nos imponía la guerra".

Y es que ahí, ocultos de la Gestapo, fue cuando su madre y su abuela enseñaron a leer y escribir a Le Clézio, quien saltó a la fama a los 23 años con su primera novela, El atestado -galardonada con el Premio Goncourt y el Renaudot de 1963-, pero desde los 7 ya escribía pequeñas historias de aventura a pesar de la limitación de materiales, como lápiz y papel, de la posguerra.

"Tenía que escribir con un lápiz azul de carpintero", recuerda el autor.

"Esta actividad de escribir, de dejar pasar la imaginación, la invención, abría una ventana sobre el mundo. Las ventanas estaban cerradas y había que abrirlas, y las páginas que yo escribía eran ventanas que podía abrir sobre el mundo exterior. Definitivamente es la semilla de mi deseo de llenar el mundo de palabras", enfatiza.

Valerse literariamente de su infancia en medio de un conflicto bélico sirve a Le Clézio también para reflexionar sobre la identidad territorial, las transformaciones sociales y los nacionalismos.

La base de ello está en su propia genealogía y la "buena...

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