Imaginan la libertad desde el escenario

AutorJulieta Riveroll

Un cómico logra escapar del injusto encierro al que fue sometido por su perseguidor, el Oidor de la Inquisición Diego Fernández y de Zevallos, como castigo por haber transgredido la opresión desde la teatralidad, al transformarse en los personajes de Divino Pastor Góngora, obra de Jaime Chabaud dirigida por Miguel Angel Rivera que se estrena hoy en el Teatro El Galeón de la Unidad Artística y Cultural del Bosque.

Divino lleva por nombre ese actor que, como tantos otros, sufrió la censura y la intolerancia durante la Colonia al ser condenado por el Santo Oficio como conspirador, según se muestra en esta puesta en escena que cruza del melodrama más exaltado a la tragedia, pasando por la farsa delirante.

"Los cómicos y demás autores españoles y novohispanos fueron seres perseguidos por su fama de libidinosos, libertinos e inmorales. Se consideraba que pertenecían a estratos de dudosa reputación. Para ellos, como lo sigue siendo para nosotros, el teatro era un espacio para imaginar la libertad y organizar un mundo más entrañable", explicó Rivera.

Uno de los peores desatinos de Divino es enamorarse de la sobrina del Oidor de la Inquisición, quien resulta casi homónimo del Senador panista Diego Fernández de Ceballos, y cuya existencia atestigua un documento del Siglo 17 encontrado en el Archivo General de la Nación.

Chabaud dijo haberse valido de esta referencia histórica para criticar el retroceso que vive actualmente el país, con políticos panistas que persisten en descalificar a "lo otro", llámese mujeres u homosexuales, con actitudes que parecen revivir los tiempos del virreinato.

Aclaró que son muchos los componentes de la obra, por lo que Fernández y de Zevallos es sólo el símbolo del autoritarismo, una golosina dentro de ese festín amoroso que es Divino Pastor Góngora, obra que habla sobre la historia del teatro mexicano a la par que reinvindica el papel del actor que nunca renuncia a su oficio, ni en el último momento de la confesión.

La escenografía es minimalista, no hay más que piedras que resaltan la enorme fragilidad de un ser humano colocado en el centro de un inhóspito espacio, poco favorable para el lucimiento actoral, señaló Rivera. El reto del intérprete es así mayor, ya que debe lograr la comunión con el espectador, lanzarle señales imaginarias capaces de conducirlo lo mismo al Teatro Coliseo de la Ciudad de México, que a un campo de siembra o a la plaza de un pueblo donde Divino solía representar a personajes como la...

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