Ilusiones medievales

AutorPatricia Miranda

Enviada

CESKÝ KRUMLOV, República Checa.- Es cierto. Praga no es una ciudad de pisa y corre. Para escudriñarla se requiere de un sosegado itinerario con un mínimo de tres días. Sin embargo, los viajeros no deben conformarse con verla sólo a ella. Otras joyas de la Bohemia están en la lista de espera.

Luego de merodear por la Praga kafkiana y tras recorrer hacia el sur, casi 180 kilómetros de un hermoso camino, hay una ciudad que parece haber salido de un cuento de damas y caballeros. Se llama Ceský Krumlov.

Desde las alturas, un montón de tejados rojos parecen ser abrazados por algunas curvas del río Moldava, tan sinuoso como la "S" que dibuja al pasar por este territorio. De cerca, una sucesión de edificaciones adornadas con puertas y ventanas de madera dan la impresión de formar parte de una maqueta. La realidad es que todavía hay personas que habitan en ellas.

Ceský es muy bella. Tanto, que desde 1992 está inscrita en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Y en noviembre de 2009 la revista National Geographic Traveler la incluyó en el puesto número 16 del ranking de los 100 destinos históricos más bonitos del mundo.

La Plaza Svornosti, corazón de la ciudad, está enmarcada por casas góticas y renacentistas. Al entrar en ellas aparece un cafecito por aquí, un hotelito por allá.

A un lado de esta explanada rectangular destaca el edificio del Ayuntamiento. Por el otro, la columna de La Peste consagrada a la Virgen María invita a guardar un minuto de silencio. Entre uno y otro no falta un festín medieval o un mercado navideño.

Los recovecos provocan ilusiones. No es de extrañar que ahí se suelan rodar películas, El Ilusionista, una de las más recientes. Sus calles tienen nombres difíciles de pronunciar e imposibles de memorizar: Soukenická o Kájovská. Es en el número 66 de esta última de donde se escapan deliciosos aromas. El Hotel Na Louzi y su restaurante invitan a entrar.

Mesas largas de madera que dan pie a convivir con otros comensales, sopas de ajo -capaces de reanimar a cualquiera-, la deliciosa col agria y el goulash lo convierten en favorito de los checos. Todos brindan con un buen tarro de Eggenberg, esa cerveza que sabe un poco a caramelo.

¿Hay que quemar calorías? Pues a caminar. Al cruzar el puente de madera de Lazebnick se mira una colorida torre y la aguja gótica de la Iglesia de San Vito. La suma luce irreal.

El complejo del castillo de Ceský Krumlov es el segundo más importante después del de Praga. Además del...

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