Iluminan lados oscuros de la realidad cubana

AutorCarlos Rubio

REFORMA/España

MADRID.- La novela policíaca permite al escritor cubano Leonardo Padura "entrar en los lados oscuros de la realidad cubana: en el mundo de la corrupción, del fraude, de la doble moral; es decir, comportamientos criminales para la sociedad".

Los criminales de este autor, por tanto, "no son perversos", sino más bien "gente que, en un país como Cuba, va medrando y afectando la vida de las otras personas desde las posiciones que detenta. Y en ese sentido se hace una crítica muy clara a todo un sistema burocrático que lleva al florecimiento de este tipo de actitudes".

Padura se cuela en ese mundo en sus novelas y, a partir de ahí, comienza a establecer relaciones con la sociedad cubana contemporánea, que es su interés fundamental, "porque mi deseo es que cuando se lean mis novelas, se pueda ver una película de la vida cubana de hoy, matizada por mi subjetividad, mis prejuicios y mis valoraciones".

Un fresco, pues, de la vida cubana de los últimos años, porque aunque sus cuatro novelas más recientes se ubican en el año 89 y los hechos corresponden a esa época, a medida que se avanza en la lectura de cada uno de esos libros los personajes van evolucionando con lo que ocurre en Cuba en los años 90, un proceso que el escritor define como "duro e interesante", y sobre el que, paralelamente a las historias que narra, construye un discurso o "un estado de conciencia de lo que ha pasado en Cuba después de la caída del socialismo en Europa y de los años de crisis económica, moral y espiritual".

Eso es lo que Padura refleja en Vientos de cuaresma, novela que acaba de aparecer en España publicada por Tusquets -en mayo comenzará a distribuirse en México-, de la que el escritor galardonado en 1993 con el Premio de Ensayo de la revista mexicana Plural, en 1995 con el Premio Café Gijón de Novela, y en 1997 y 1998 con el Premio Hammett, habla en entrevista.

Padura (La Habana, 1955) opina que si las novelas que componen su tetralogía "Las cuatro estaciones" (Máscaras,1997; Paisaje de otoño,1998; Pasado perfecto, 2000, y Vientos de cuaresma) se leyeran como novelas policíacas, "parecerían libros muy simples. La trama policíaca, en mi caso, siempre está puesta al servicio de, nunca es la esencia de la obra. Incluso los criminales, al final, resultan ser los que menos deberían, o lo son por una casualidad. Así que no hay una búsqueda o análisis de la criminalidad como fenómeno patológico humano, sino más bien como fenómeno social. Y eso sí que es...

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