Ignacia Riechy

AutorE. M. de los Ríos
Páginas387-391
˜ 387 ˜
Ignacia Riechy
1816(?)-1866
EN ESTE siglo de las grandes trasformaciones
políticas, intelectuales y morales, no ha sido
raro ver en todo su vigor al romanticismo
del que sin e mbargo pasó ya el reinado ni por
lo mismo sustituirse casi completamente a la
vida metafísica y de utopías, la vida positiva
y la concepción correspondiente de ella; por
eso ya h oy son raros los tipos de señoritas soña-
doras hasta la exageración que permanecen
fíeles a sus ideales hasta la vejez, y en todo
caso hasta la muerte, y todaví a no hace cua-
renta años constituían una gran parte de la
buena sociedad de las grandes ciudades de
la República.
De esta especie y de las más exaltadas de
la clase fue sin duda la Srita. Ignacia Rie-
chy, hija de padres acomodados, siendo él
español radicado en Guadalajara, población
donde vio la luz nuestra heroína en la se-
gunda década de este siglo. Desde su más
tierna edad demostró la Srita. Riechy a la
vez que un carácter ultra romántico, un
gran fondo de pudor y honradez que nunca
la abandonaron y una decisión y energía de
carácter poco comunes, no ya en personas
de su sexo sino aun en los hombres aveza-
dos a las contrariedades de la vida.
Soñadora hasta un grado exagerado, díce-
se que en su juventud gozaba con los idea-
lismos del amor platónico hasta el grado de
hacer de ellos una necesidad de su carácter
romántico, y daba a la vez una importancia
inmensa a las más pequeñas manifestaciones
de cariño y amistad, que tomaba ella como
signos indudables de una liga de afectos inva-
riable y eterna.
Estos rasgos de su modo de ser moral y
afectivo que ya en su edad madura volvieron
a aparecer con toda energía, le valieron algunos
chascarrillos por parte de varias amigas y co-
nocidas suyas habiendo sido no pocas ocasio-
nes el blanco de más o menos inocentes burlas
que la excitaban haciéndola concebir locas y
nunca realizadas ilusiones.
Como contraste sin embargo a esta faz
de su carácter, presentó siempre según dijimos,
un gran fondo de pudor y honradez unido
a una viril energía que la acompañaba en to-
dos los actos de su vida. Cuéntase en efecto
que con motivo de vivir con una hermana

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