¿Tienes idea de lo que estás permitiendo al decir 'acepto'?

AutorAlan Valdez

Cada vez es más común que al instalar un nuevo programa o juego en la computadora te salga en pantalla un contrato de páginas y páginas, que empieza más o menos así:

"LICENCIA DE USUARIO FINAL. IMPORTANTE: POR FAVOR LEA LOS TÉRMINOS Y CONDICIONES DE ESTE ACUERDO CUIDADOSAMENTE ANTES DE CONTINUAR CON LA INSTALACIÓN DE ESTE PROGRAMA. Al instalar, copiar, o utilizar este producto, el usuario acepta los términos y condiciones de esta licencia de uso limitado"... etcétera, etcétera, etcétera. El caso es que son como sesenta páginas de jerga legal, así que no es nada improbable ni poco común que termines dándole al botón de "acepto", sin haberle dedicado siquiera un breve vistazo al contrato.

El caso es muy parecido cuando te conectas a una red social o algún otro servicio en línea, con la diferencia de que en el enorme contrato podría estar escondido en un link "arrumbado" en alguna recóndita esquina del sitio. En el caso de los gadgets, las condiciones de uso podrían estar claramente descritas en letra pequeña en algún lugar entre el manual y la garantía.

En cualquier caso, la lectura de esos contratos de usuario tiene mucho en común con la sana nutrición, el ejercicio diario y la visita al dentista cada seis meses: es el tipo de cosa que todo mundo sabe que debería hacer, pero que a la hora de la verdad sólo unos cuantos privilegiados con mucha fuerza de voluntad o con demasiado tiempo libre logran llevar a cabo.

Las preguntas de hoy, entonces, son: ¿qué tan válidos son esos contratos que ni firmamos ni leemos, pero que, técnicamente, ya aceptamos? ¿A qué derechos podríamos estar renunciando? ¿Y qué tanto estamos anclados como usuarios a aceptar lo que los proveedores nos impongan?

La fundación de la frontera electrónica (EFF), organización no lucrativa dedicada a la defensa de la privacidad, la libertad de expresión y los derechos del consumidor en la Red, ha identificado a las cláusulas más comunes y más nocivas en este tipo de contrato. Por ejemplo, al dar click al botón de "acepto" podrías estar renunciando a tu derecho a criticar públicamente al producto en cuestión, a intentar investigar cómo funciona, o a demandar al proveedor en caso de que el producto dañe a tu computadora.

La cláusula más frecuentemente criticada en este tipo de contratos, sin embargo, es ésa en la que el usuario renuncia en alguna medida a su privacidad y acepta que, al usar el producto, está aceptando que lo monitoreen. Sin necesidad de decir nombres, las redes...

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