Humberto Musacchio/ ¿Voto o veto al bato con botas?

AutorHumberto Musacchio

A la derecha le avergüenza ser de derecha. Los analistas difícilmente hallarán un documento del PAN en el que este partido se asuma como tal o se sitúe en el lado opuesto a la izquierda. Las caracterizaciones "geométricas", tan molestas para los usufructurarios del statu quo, se originan en la Revolución Francesa y desde entonces identifican a las fuerzas del conservadurismo (la derecha) y a las del cambio (la izquierda). Defensoras del orden las primeras y promotoras de la justicia social las segundas, sus fronteras se modifican y hasta se diluyen conforme se producen mutaciones de la realidad, pero siempre se restablecen como grandes alineamientos en dos bandos.

En las democracias representativas los Gobiernos se presentan como "de centro", aunque generalmente, en tanto garantes de la conservación del orden, se identifican en los fines y los procedimientos con la derecha. Pero tampoco a ese hipotético centro le agrada ser ubicado a la derecha del espectro político, pues teme, y con razón, que la etiqueta le quite capacidad de maniobra.

Tan repudiados son esos términos por la derecha, que con la caída de las burocracias del socialismo real creyó llegada la hora del borrón y cuenta nueva. Arguyó que al derrumbarse el muro sus ladrillos habían sepultado las ideologías y que ya no tenía sentido el empleo de las categorías en que tradicionalmente se ha clasificado a las fuerzas políticas. Los términos derecha, izquierda o centro resultan poco útiles para la precisión propia del trabajo académico o de la teoría política. Son, sin embargo, muy ilustrativos para hacer referencia a los grandes campos en que suele dividirse el abanico de las fuerzas electorales y políticas. En México, desde hace 50 años, el Partido de Acción Nacional ha representado ideológicamente a la derecha digamos "decente", esto es, la clasemediera y sobre todo la de más alta posición social. Por contraste, la Unión Nacional Sinarquista ha representado en el mismo lapso a la derecha plebeya, a las huestes del catolicismo proletario de donde salieron la mayor parte de los combatientes que murieron durante las guerras cristeras. Es conveniente no olvidar que a principios de los años 40, con México en la antesala de la Segunda Guerra Mundial, la entonces poderosísima Unión Nacional Sinarquista fue descabezada por la jerarquía eclesiástica, ya en tratos con Manuel Avila Camacho, el Presidente que se declaró creyente. Salvador Abascal Infante fue echado de la dirigencia...

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