Las huellas del tiempo

AutorMaricela González Figueroa

Nació siendo una niña prematura debido a la edad avanzada de su madre, quien resistió ocho meses para finalmente verla. Cuando todavía era un bebé, fue sometida a rayos ultravioleta porque padecía un tono amarillento, como si tuviera hepatitis. La pequeña sobrevivió y logró desarrollarse.

Unos días antes de cumplir 15 años, escapó con un joven mayor que ella, ambos huyeron hacia la Ciudad de México, lugar donde residían los padres del muchacho.

Los papás, al enterarse de que su hijo Pablo se había robado a Cecilia, optaron por casarlos y obligarlos a trabajar.

Pablo aprendió el oficio de herrero. Cecilia lavaba y mataba gallos en una lonchería, en donde vendía tacos de pollo con nopales y quesadillas de queso acompañadas de su inseparable salsa de chile de árbol.

Lo más difícil de este trabajo era matar a los pollos, que andaban por todo el patio trasero. Cecilia tenía que correr detrás de ellos, tomarlos por el cuello y encerrarlos en las jaulas de gas, donde morían por el vapor que producían las ollas de agua hirviendo colocadas debajo de los contenedores y que terminaba por...

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