A Huatulco en busca de la soledad

MÉXICO, D.F., agosto 5 (EL UNIVERSAL).- A 10 minutos de Huatulco, sin grandes hoteles, te encontrarás con esta playa que marca el inicio de una franja de aguas vírgenes que se multiplican hacia el Istmo de Tehuantepec.

Aquí el mar y el río Copalita se abrazan para formar el hogar de pelícanos y gaviotas que emprenden el vuelo al amanecer. La escena es tan espectacular que los lugareños acostumbran dar ahí la bienvenida al primer día del año.

La franja de arena, que crece o disminuye según la temporada de lluvias, no se tiene que compartir con casi nadie, si acaso con uno que otro surfista o pescadores. A diario, ellos salen en sus lanchas para traer robalo fresco.

Además de tumbarse al sol y darse un chapuzón, hay que consentirse en el “spa” natural.

El negocio se llama Gunna de beñe, que significa “mujer de barro en zapoteco”, y es operado, obviamente, por mujeres. El lecho del río provee del barro que utilizan para envolturas corporales o faciales. Tener la piel libre de impurezas no cuesta más de 150 pesos.

Otra bondad que ofrece el río son sus piscinas naturales con aguas cristalinas que no rebasan los hombros. Este secreto está en...

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