Le honrará el amor que profesó por México

CIUDAD DE MÉXICO, diciembre 13 (EL UNIVERSAL).- El aplauso fue largo y conmovedor. En el Teatro de las Artes del Centro Nacional de las Artes se escuchó el relato estremecedor de los últimos minutos de vida de Rafael Tovar y de Teresa, de la última mirada a su hijo, del final de quien ha sido comparado en los últimos días con personajes fundamentales y fundacionales de la política cultural de México como José Vasconcelos y Jaime Torres Bodet.

Las cenizas del primer secretario de Cultura estaban ahí, en la urna en blanco, escoltadas por una fotografía reciente del historiador en su oficina de Arenal, quizá de los días previos a la enfermedad contra la que batalló durante todo el año, mieloma múltiple cancerígeno.

Al homenaje que le rindió el presidente Enrique Peña Nieto llegaron políticos, empresarios, creadores, artistas, intelectuales, gestores y funcionarios culturales y legisladores, así como todo el gabinete. El desfile de personalidades fue tan amplio como el que se vio en las exequias de quien delineó y fue pieza clave de las políticas culturales del país en los últimos 30 años.

Las lágrimas que se vieron en el Panteón Francés el fin de semana se transformaron el lunes en abrazos solidarios y anécdotas. La más recurrente es la del profundo amor a sus hijos: Rafael y Leonora, los mayores; y María y Natalia, las menores. Las pequeñas tomaban de la mano a su madre Mariana García-Bárcena, pero también buscaban los brazos de Rafael y de Leonora.

Antes de la llegada del Presidente, todos abrazaron a la viuda, tomaron de las mejillas a las pequeñas y estrecharon las manos de Rafael y de Leonora. El secretario de Educación, Aurelio Nuño, se puso en cuclillas para conversar unos minutos con las niñas.

Las anécdotas iban y venían en los pasillos del Cenart, el lugar que promovió, impulsó y fundó el embajador; el recinto que significó un escándalo en su carrera, un espacio que durante los años 90 fue conocido como el ?elefante blanco? de Tovar.

Pero fue su hijo mayor, Rafael Tovar López-Portillo, quien trazó el perfil más humano del secretario: ?Su muerte fue un reflejo de su personalidad, serena, elegante, discreta y pudorosa, como el gato pardo; se fue tranquilo y en absoluta paz, incluso en su muerte honró el lema de familia que reza: ?Una buena muerte honra toda una vida?, pero en su caso no sólo será muerte la que le honre sino el amor que profesó por México, el amor que dejó en todos nosotros, en su esposa, en sus hijos, en sus nietos, en...

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