Homicida blanco y de lana

Cuando las primeras alertas del atentado llegaban a los estadounidenses, muchos se imaginaban un atacante extranjero, joven y musulmán.

En su lugar, observaron el rostro de Stephen Paddock, un hombre de 64 años, caucásico, con una fuente elevada de capital y sin afiliación religiosa que se conozca.

A Paddock le gustaba apostar, asistir a conciertos y gastar el dinero de su jubilación en casinos y salas de juego como el que escogió como escenario para disparar contra miles de personas en Las Vegas.

Pero no era un simple jugador: apostaba a lo grande, y tan solo en las últimas semanas se jugó unos 70 mil dólares en Las Vegas, según informó la cadena NBC.

El agresor era contador, pero también tenía inversiones inmobiliarias, incluyendo casas y apartamentos alrededor de Orlando...

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