Homero Aridjis/ El crimen en tiempos de cambio

AutorHomero Aridjis

Mientras el gobierno de Vicente Fox se ha convertido en el hazmerreír de la gente por su incompetencia para perseguir la corrupción de funcionarios públicos que saquearon al país, y mientras con cinismo inaudito y asquerosa impunidad algunos sinvergüenzas han expuesto sus argumentos en noticieros de televisión, y hasta han llevado sus escándalos a otros países, lavando la ropa sucia fuera de México para mejor burlarse del gobierno actual, el crimen contra los ciudadanos (pocas veces castigado) sigue haciendo de las suyas en las carreteras, en los pueblos y en las ciudades de la nación mexicana. Ante ambas delincuencias, los políticos (insensibles y/o ajenos a la situación que sufre la mayoría, porque ellos viven protegidos por legiones de guaruras) contestan en los medios al clamor de las víctimas con declaraciones socialoides, como si con rollos se pudiera combatir el delito.

Como botón de muestra de la agresión cotidiana que sufre la gente, transmitiré la crónica que me hizo llegar un conocido periodista mexicano que fue víctima de delincuentes en la colonia Polanco. Por razones obvias, ocultaré su identidad:

"El día en que mi familia regresó de Cuernavaca después de haber pasado unas vacaciones, llegué de mi trabajo con ganas de ver a mis hijos. Mi esposa les estaba dando de cenar y yo me puse a ver las noticias internacionales. Un colega periodista me llamó por el celular para pedirme un número de contacto y bajé a mi coche por mi laptop en busca de la información. Pedí el elevador, que llega directamente al interior del departamento, abrí la puerta y me subí. Al llegar a la planta baja y empujar la puerta, un tipo armado con pistola automática me empujó hacia dentro del elevador y me encañonó a la cabeza. Tuve la impresión de que venía a secuestrarme.

"El tipo me dijo que no lo viera y que mirara hacia abajo, mientras otros sujetos se introdujeron en el elevador. Mi primera reacción fue sacar del bolsillo el dinero (de un cheque que había cambiado ese día para realizar diversos pagos al día siguiente en la oficina donde trabajo) y dárselos, pero también cogieron las llaves que abrían la puerta del departamento. Les pedí que no hicieran nada porque mi esposa y mis hijos estaban en casa. Me preguntaron si estaba la sirvienta y les dije que no teníamos muchacha.

"Al entrar con ellos le grité a mi esposa que se calmara e hiciéramos lo que pedían. Con los niños nos llevaron a la recámara principal. A mi esposa y a mí nos amarraron de los...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR