Homero Aridjis / ¿Ha muerto la Revolución?

AutorHomero Aridjis

Nos encontramos a seis años del centenario de la Revolución Mexicana, una revolución que, dicho sea de paso, en el sexenio de Vicente Fox y del reinado del Partido Acción Nacional no ha servido ni de tema retórico. Amenazado el país por la reelección tanto del presidente de la República como de algunos gobernadores a través de interpósitas personas (las esposas de los políticos no quieren soltar el pastel del erario público, tratando de que siga quedando en familia), ciertos logros por el sangriento evento que sacudió al país han sido menospreciados u olvidados. En algunas repúblicas latinoamericanas, Nicaragua o Haití, la reelección se hizo vía hermanos e hijos, pero en el país de los machos podría ser la cónyuge la que suceda al marido en el poder. ¿Esto quiere decir que luego tendremos al hijo sucediendo a la mamá o al papá? No sería extraño, porque hay gente que asegura que aquí detrás del macho la mujer manda y que debajo de los bigotes de Emiliano Zapata podría encontrarse una Adelita. También hay gente que considera que debajo de los bigotes de Zapata siempre estuvieron pegados en la psique nacional los bigotes del espectro amenazante de Porfirio Díaz. En este caso, como ha señalado Diego Valadés, México bien podría convertirse en una república dinástica.

Respecto a la Revolución Mexicana siempre he tenido la impresión que hubo tres revoluciones: la de los hombres que la hicieron, la de la gente que la sufrió y la de los historiadores y los narradores que nos la contaron. Algunos historiadores al examinar sus causas y sus consecuencias, buscando ser objetivos trataron de abarcar toda la arboleda, y la recorrieron de la mano de personajes como Aquiles Serdán y el general Amaro, con la creación del nuevo ejército mexicano. No obstante los miles de páginas escritas, para muchos letrados siempre serán temas de discusión las intrigas políticas y las batallas cruentas en las que sucumbieron figuras como Francisco Madero, Emiliano Zapata, Pancho Villa, el constitucionalista Venustiano Carranza y Álvaro Obregón. Todos asesinados. Quizás por eso, una y otra vez hemos oído que la Revolución Mexicana, y gran parte de nuestra historia oficial, es la historia oficiosa de la traición.

Cuando era niño, me impresionaban más las anécdotas que me contaban los viejos y las viejas de Contepec, Michoacán, que las explicaciones de los maestros y las crónicas que leía en los textos escolares. No se diga que los solemnes discursos de los políticos me...

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