Homero Aridjis / Sana, sana, colita de rana

AutorHomero Aridjis

Al entrar a la exhibición "Ranas: Un coro de colores", abierta al público hasta el 8 de septiembre en el Museo Americano de Historia Natural en Nueva York, lo primero que se ve son un par de ranas regordetas mexicanas (Pachymedusa dacnicolor), especie arborícola endémica de México. Con suerte usted podrá ver una de estas ranas verde hoja con puntos amarillos colgada de una rama por un dedo del pie. Igual que los demás anfibios expuestos se encuentran en una recreación de su hábitat natural.

Este museo goza de fama mundial por su colección de fósiles y especímenes taxidérmicos, entre ellos esqueletos de dinosaurios como el Apatosaurio y el Tiranosaurio rex, alberga miles de piezas etnográficas, como los postes totémicos y las máscaras de indígenas de la costa del Pacífico noroeste de América. El enorme recinto dedicado a la vida en los océanos es presidido por una réplica tamaño natural de una ballena azul.

Pero de vez en cuando el museo abre sus puertas a especies vivas, y ahora ha montado esta cautivadora y fascinante exposición de más de 200 ranas, que van desde la diminuta Ranita dorada de Madagascar (Mantella aurantiaca) hasta la enorme Rana toro africana (Pyxicephalus adspersus), cuyo macho puede medir 18 centímetros y pesar un kilo, y es capaz de sobrevivir por meses en el desierto sin comer ni beber, hibernando bajo tierra para emerger con la llegada de las lluvias para aparearse. El macho vigila y defiende los huevos y los renacuajos, salvo cuando se los come él mismo, ya que su canibalismo empieza desde joven. Sólo se notan los ojos saltones y la boca grande de un escuerzo (Ceratophrys ornata) que, oculto en el hoyo que ha cavado en la tierra, espera inmóvil que pase alguna presa para comérsela. Es nativo de Uruguay y Argentina.

Quizás la joya de la exposición es el vivero donde coexisten unas 80 ranitas de la familia de los dendrobátidos, ranas venenosas de colores brillantes que habitan las regiones tropicales de América Central y Sudamérica. Sus llamativos amarillos, verdes, rojos, azules y naranjas avisan a los depredadores de su toxicidad, porque los dendrobátidos convierten las toxinas de los insectos que comen en algunas de las sustancias más tóxicas del reino animal. El veneno de una sola Rana de oro de dardo venenoso (Phyllobates terribilis) basta para matar a 10 seres humanos o a 20 mil ratones, atacando el sistema nervioso. Los indígenas Embera Chocó, de Colombia, frotan sus dardos de caza sobre el lomo de estas ranas...

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