Homero Aridjis / Leonora Carrington (II)

AutorHomero Aridjis

En 1941, "en territorio mexicano", como le dijo el embajador de México en Lisboa, Leonora Carrington se casó con el poeta Renato Leduc para poder salir de Portugal. Meses después, junto con diplomáticos mexicanos y refugiados de varias nacionalidades atrapados por la guerra, partió en el barco Exeter hacia Nueva York. A su llegada a México, en 1942, obtuvo la nacionalidad mexicana y entró en contacto con el círculo de surrealistas e intelectuales refugiados en la capital del país, como Remedios Varo y Benjamín Péret, Kati y José Horna, Wolfgang Paalen y Alice Rahon.

Divorciada de Renato Leduc, Leonora se casó en 1946 con Emerico Weisz (Chiki), un fotógrafo húngaro que había salvado la vida caminando a pie desde Budapest a París antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial. Chiki me contó recientemente que Leonora "es la mujer con quien yo quería estar, porque ella era como es ahora, muy artística y muy auténtica. Entonces estaba casada con Renato Leduc y yo la conocí en la casa de Remedios Varo y Benjamín Péret, en la colonia San Rafael. A esta casa (en la colonia Roma) venimos cuando nació Pablo. Fue Péret quien nos encontró la casa y aquí nos quedamos. Nunca quise regresar a Hungría. La pasé muy mal. Era un lugar antisemita y como yo era judío me perseguían mucho. Mi madre vivía en un departamento de alquiler en un tercer piso, y como la ventana daba a la calle, vimos un día un desfile de jóvenes nazis cantando: 'Cuando el cuchillo esté chorreando sangre de judíos, serán buenos tiempos.' Después mataron a dos hermanos. Pero también a los primos y a casi toda la familia".

En la Ciudad de México, Leonora estableció una buena amistad con el cineasta Luis Buñuel, a quien había conocido en Nueva York y con quien compartía su pasión por el surrealismo. "Tenía muy buen sentido del humor negro", explica, aunque recuerda que el cineasta no llevaba a ningún lado a su esposa Jeanne, "Por tenerla encerrada". Sobre Octavio Paz, ella recuerda que al principio lo vio a menudo, pero en los últimos años muy poco. El poeta al hablar de "ironía" romántica y el "humor" surrealista, afirmó que "la plena libertad erótica se alía a la creencia en el amor único... Las heroínas románticas, hermosas y terribles como esa maravillosa Carolina de Gunderode reencarnan en mujeres como Leonora Carrington" (Octavio Paz, El arco y la lira, 1956). Tal vez la relación más fuerte fue con la pintora española Remedios Varo, a la que había conocido en París y quien huyendo...

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