Homero Aridjis / Un compromiso del Presidente

AutorHomero Aridjis

Con alivio, pensando en México, y solamente en México, muchos ciudadanos conscientes de la importancia de la estabilidad política y social del país, y de nuestra imagen en el extranjero, vieron cómo Felipe Calderón rendía protesta en San Lázaro, desafiando a un Congreso de la Unión alborotado, que desde días antes se parecía más a un tianguis político disputado por verduleras, vendedores ambulantes, taxistas piratas y luchadores en batalla campal que a una Cámara de Diputados. La presencia de Calderón en San Lázaro para muchos de nosotros no sólo representó el tradicional acto de protesta, sino la defensa de las instituciones mexicanas, puestas en peligro por reclamos electorales ya dirimidos. Sin embargo, aunque el acto de protesta que establece la Constitución fue breve, debemos reconocer el acto de coraje de Calderón para realizarlo en un ambiente hostil, defendiendo con ello la dignidad de la investidura presidencial.

En su mensaje a la nación en el Auditorio Nacional, el presidente Felipe Calderón advirtió: "Hoy la delincuencia pretende atemorizar e inmovilizar a la sociedad y al gobierno; la inseguridad pública amenaza a todos y se ha convertido en el principal problema de estados, ciudades y regiones enteras". Todo el mundo reconoce que parte de esta inseguridad se debe al narcotráfico, pero poca gente está consciente de que también afecta al medio ambiente.

Parte de la guerra de Estados Unidos contra las drogas busca impedir que la cocaína y la heroína producidas en Latinoamérica pasen por México para llegar a las venas y las narices de sus ciudadanos. Sin embargo, tras dispendiar miles de millones de dólares durante las últimas décadas los resultados son poco promisorios. El precio de esas drogas ha bajado desde los ochenta, mientras que el nivel de pureza ha mejorado. Cada vez más jóvenes se inician en el uso de estas y otras sustancias, y el número de usuarios aumenta. Aparte de las consecuencias para la salud humana, la producción, el procesamiento y el tráfico de drogas también impactan al medio ambiente, y minan los esfuerzos de protección ambiental en muchos países, pues propician la deforestación, la contaminación de aire y agua, la pérdida de especies animales y vegetales y hasta de ecosistemas enteros.

El flujo de grandes cantidades de dinero en efectivo que caracteriza la industria del narcotráfico fomenta la impunidad, y sabotea la política ambiental. Hay áreas en México donde los inspectores ambientales tienen miedo a...

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