Los hombres del vidrio

"Ya, estás trabajando", le dijeron a Jaime Sierra Ramos el 8 de mayo de 1958, al pisar por primera vez Vidriera Monterrey.

Él rondaba los 30 años. Ahora tiene 80 y está jubilado. Su vida, como la de muchos, ha caminado junto a esta fábrica, hoy centenaria, ubicada en Zaragoza y Magallanes.

"Los techos eran de lámina, bajos, acumulaban el calor, porque las máquinas estaban con el vidrio a mil grados. Era un tormento", dice sobre la Vidriera que halló, y donde se producía un millón de envases diarios para bebidas, perfumes y medicinas.

Lo pusieron de jefe de 800 obreros para 32 máquinas. Al tiempo, lo elevarían a técnico botellero y viajaría por México y Centroamérica cuando Vidriera abrió filiales, en la transición de lo mecánico a lo eléctrico, por lo que capacitaba a gente que se contrataba en pueblos para sacarle la vuelta a los sindicatos.

"Eran campesinos y había que enseñarles hasta qué era un tornillo", sonríe.

Para los 80, la producción se elevó a 4 millones diarios de frascos.

Jaime, padre de siete hijos, habla de máquinas de triple cavidad, mayor velocidad y precisión.

"Teníamos clavada en la mente, en el corazón, la productividad".

Un infarto, sin embargo, le hizo una señal de advertencia.

Gracias a gente como Jaime, la Vidriera creció y se volvió lo que hoy es: el corazón de la trasnacional Vitro.

Fundada el 6 de diciembre de 1909 para envasar cerveza, lo que empezó con un horno y dos máquinas se volvió con el siglo 20 un emporio que lo mismo produce envases que vidrio para edificios y autos.

Su despegue se dio bajo el mando de Adrián Sada Treviño, recientemente fallecido, y de sus hijos, Adrián y Federico.

Atraídos por su bonanza, muchos querían entrar a la empresa.

Uno de ellos fue Jorge Rodríguez, hoy de 55 años, quien en 1981 llegó a la planta de vidrio plano, en García.

Él, que venía de una panadería y entró sin primaria a la fábrica enlonando y atando camiones, bajo el auspicio de Vidriera cursó estudios, egresó de Leyes y hoy es el jefe de seguridad de la planta.

"No me...

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