Hojeando

AutorChristopher Domínguez Michael

El tiempo del cíclope

Pablo Neruda

La muerte de Pablo Neruda, 12 días después del golpe militar del 11 de septiembre de 1973, fue un cataclismo cuya densidad dramática puso fin a una época telúrica que el genio del poeta chileno habitó como si fuese obra de su invención. Casi 20 años después cayó el Muro de Berlín y desapareció la Unión Soviética, causas en las que Neruda empeñó uno de los prestigios públicos más avasalladores de la historia de la literatura. Hubo entonces el comprensible temor de que los miles de versos nerudianos dedicados a la exaltación del comunismo se levantasen como una hojarasca que, transformada en tornado, barriese con su estatua, llamando a cuenta al poeta y aligerando brutalmente el peso y la influencia de su obra. Nada de eso ha ocurrido. La celebración mundial del centenario del natalicio del poeta está resultando ser tan asombrosa y contundente como lo fue su vida entera.

A diferencia de otros poetas revolucionarios, en la obra de Neruda es imposible separar a la política de la literatura. En Neruda, como en todos quienes pactan con el demonio de la política, había algo profundamente maligno. Implacable con sus enemigos ideológicos y literarios, Neruda reservó su generosidad para sus camaradas de esa guerra civil española que lo inspiró, abriendo el mar para los exiliados republicanos que encontraron acogida en Chile.

En Confieso que he Vivido, sus memorias publicadas póstumamente en 1974, Neruda mintió al decir que ignoraba los crímenes de Stalin. Neruda los conocía y los justificó en el silencio, en nombre de la fe. Y es el propio Neruda quien lo prueba de manera indirecta, en "El episodio", poema final de Memorial de...

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