Historiografía zapatista

AutorMaría Herrerías Guerra
Páginas35-71
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Construcciones de género en la historiografía zapatista
Con el objeto de no sacar de su contexto las notas aparecidas sobre
el zapatismo a lo largo de los años que duró la lucha, en este
capítulo abordaremos el desarrollo del movimiento junto con el
tono y las características publicadas en los diarios. En la segunda parte
ya no se tomará en cuenta el orden cronológico, sino las visiones y los
juicios emitidos desde la capital, tanto en la prensa como en los tres
libros mencionados anteriormente.
1. El zapatismo y la prensa
El zapatismo surgió como parte del movimiento antirreeleccionista contra
Porfirio Díaz que encabezó Madero, al que se unieron Zapata y Pablo
Torres Burgos por la propuesta agraria contenida en el Plan de San Luis;
pero fue hasta la proclama del Plan de Ayala en noviembre de 1911, días
después de que Madero asumiera la presidencia de la República, cuando
el zapatismo aparece como tal y define su carácter particular dentro de la
antigua lucha por la tierra tomada por los hacendados.
Ya en 1909 Emiliano Zapata había sido electo calpuleque, encargado
de reclamar las tierras de los pueblos por medios legales que,
invariablemente, resultaban no sólo infructuosos, sino que provocaban
I. Historiografía zapatista
Los hombres del Atila que han retado a muerte a
la civilización mostrándoles desde sus cavernas la
tea incendiaria, empuñada por la mano empapada
todavía en sangre fresca de la última víctima son
combatidos de la misma manera y el grito salvaje de
destrucción de los bandoleros, responde el imperativo
de la sociedad que debe salvarse.
El Independiente, 11 de mayo de 1913.
Centro de Estudios para el Adelanto de las Mujeres y la Equidad de Género
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la represión y desaparición de líderes agrarios, como Jovito Serrano,
que fue enviado por el gobierno a Quintana Roo, de donde nunca volvió,
seguramente, al morir en los trabajos forzados impuestos en las
plantaciones militarizadas de la época.1
La organización masiva del pueblo de Morelos se inició con las
elecciones fraudulentas a favor de Escandón, quien tomó posesión como
gobernador de Morelos en marzo de 1909. El pueblo, mayoritariamente
leyvista, sufrió la represión del gobierno que encarceló a Pablo Torres
Burgos, uno de los líderes principales. Zapata fue reclutado por el ejército
en febrero de 1910, pero logró su liberación gracias a la intervención de
Ignacio de la Torre,2 yerno de Díaz, de quien era caballerango.
Poco tiempo después, en mayo de 1910, Zapata realizó en Anenecuilco
el primer reparto agrario por la fuerza. Con el Plan de San Luis muchos
morelenses se unieron a Madero y se inició en Ayala la resistencia armada
el 11 de marzo de 1911. En esta época, la prensa de la capital habla
poco del movimiento de Morelos, pero cuando lo hace, enaltece
continuamente el valor y patriotismo de los soldados federales, para lo
que falsea los hechos con frecuencia. Por ejemplo, Pablo Torres Burgos,
decepcionado por no poder controlar el saqueo que los hombres de Gabriel
Tepepa cometieron tras la toma de Jojutla, decidió separarse del
movimiento; los federales lo encontraron durmiendo junto con sus dos
hijos y al instante los fusilaron. El Imparcial dio la nota de manera distinta:
En el punto llamado Rancho Viejo las tropas encontraron a un numeroso
grupo de bandoleros capitaneados por un tal Pablo Torres Burgos.
Desde luego se trabó reñido combate y después de algún tiempo de lucha,
la gavilla fue completamente destruida, quedando muertos en la refriega el
cabecilla Burgos y un hijo suyo que lo acompañaba en sus correrías…
Tanto las tropas como sus jefes (…) se portaron con todo denuedo y
bizarría. Su valentía ha sido objeto de unánimes elogios.3
Zapata, líder indiscutible del movimiento debido al prestigio que ya
tenía, tomó la ciudad de Cuautla en mayo de 1911.4 La nota de El
Imparcial resalta el valor de los soldados del ejército federal:
1 Arturo Warman, Y Venimos a contradecir. Los campesinos de Morelos y el estado nacional, ediciones
de la Casa Chata 2, Centro de Investigaciones Superiores del INAH, México, 1976, p 96.
2 «A las tres de la mañana del domingo 18 de noviembre de 1901 en la céntrica calle de La Paz (hoy
calle de Ezequiel Montes), la policía interrumpe una reunión de homosexuales, algunos de ellos
vestidos de mujer (…) de ellos, 22 visten masculinamente y 19 se travisten. (…) En las crónicas de los
primeros días se insiste: son 42 los detenidos. Luego, se ajusta el número: 41, y eso aviva el rumor
(leyenda) (‘verdad histórica’): el que desaparece de la lista, compra su libertad a precio de oro y huye
por las azoteas, es don Ignacio de la Torre, casado con la hija de Porfirio Díaz.» Carlos Monsiváis, «Los
41 y la gran redada», en Letras Libres, abril 2002, año 4, número 40, p 24, pp 22-28.
3 El Imparcial, 26 de marzo de 1911, p 6.
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Construcciones de género en la historiografía zapatista
Los actos de valor espartano realizados allí por ese puñado de bravos
fueron un trasunto de aquellos que hicieron los compañeros del inmortal
cura de Necupétaro cuando los realistas atacaron la plaza. Una ola de
admiración se ha elevado en torno de los bizarros soldados que al romper
el sitio a sangre y fuego, no dejaron en la población ni un arma, ni un
proyectil, ni una huella que denotara flaqueza y cobardía…
(…) Con la impresión admirativa hacia el soldado cumplido, nos
acercamos a estrecharle la mano para presentarle nuestras felicitaciones.
Él, con una sencillez espartana, nos contestó sonriendo modestamente:
Sólo hemos cumplido con nuestro deber…5
En los primeros meses de la Revolución, las notas de El Imparcial,
periódico porfirista que ve con temor al movimiento de Morelos, busca
a todas luces desprestigiarlo contrastando en sus notas el valor y
patriotismo del ejército federal contra las borracheras, saqueos y sangre
fría de las chusmas zapatistas,6 tratamiento que se incrementará
después del triunfo de Madero. En mayo de 1911, el ejército zapatista
toma pacíficamente Cuernavaca, la capital del estado, ya que habían
sido firmados los tratados de Ciudad Juárez en los que se acuerda el
interinato de León de la Barra que intentaría pacificar el país y convocar
a elecciones. De mayo a noviembre de 1911, mientras los hacendados
presionan a Madero para que neutralice a Zapata, éste espera la
devolución de las tierras; Madero, en cambio, que no tenía intenciones
de cumplir las promesas agrarias contenidas en el Plan de San Luis, le
pide que licencie a sus tropas. León de la Barra y Victoriano Huerta,
jefe del ejército federal en Morelos, obstaculizan las negociaciones a la
vez que movilizan sus tropas para cercar y destruir al ejército zapatista.
Paso a paso, se crean las condiciones que culminarán con el
rompimiento de Zapata y Madero en noviembre de 1911.
Durante el gobierno de León de la Barra, la prensa exige el exterminio
del zapatismo, en ocasiones directamente y a veces a través de crónicas
que resaltan el carácter sanguinario de las huestes zapatistas. El 20
de junio de 1911 apareció en el encabezado de El Imparcial el mote con
que Zapata será identificado: «Zapata es el moderno Atila. No reconozco
más gobierno que mis pistolas».7 Al igual que en épocas posteriores,
para la prensa, Zapata se rinde y se levanta en armas de un día para
otro. Desde sus encabezados y titulares queda clara la visión que El
4 Justo un mes antes, El Imparcial anunciaba que la situación en Morelos mejoraba. El Imparcial, 19
de abril de 1911. A partir de la toma de Cuautla, en la capital se empezó a sentir temor de los
revolucionarios de Morelos debido a su cercanía con el Distrito Federal. Antes, la prensa se centraba
en las noticias provenientes del Norte del país.
5 El Imparcial, 23 de mayo de 1911, p 1.
6 La misma tendencia se observa en El Diario.
7 El Imparcial, 20 de junio de 1911, p 1.

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