Historias sobre monjes y vikingos

AutorTania Romero

WICKLOW, Irlanda.- La historia de Glendalough, el valle de los dos lagos, y la de sus monjes, cruces celtas y vikingos, comienza hace poco más de mil 500 años, cuando los monasterios de Irlanda vivían su época de apogeo y un monje de la isla fundó este asentamiento, actualmente Patrimonio Nacional.

A unas dos horas de distancia hacia el sureste de Dublín, capital irlandesa, el paisaje comienza a cambiar drásticamente. Los campos plagados de borregos se tornan más verdes y las colinas van creciendo, cubiertas por miles de flores amarillas silvestres que salen al paso.

Al llegar al Parque Nacional de las Montañas de Wicklow, ubicado en el condado de este nombre, lo primero que se observa es el Visitor Center, que alberga un pequeño museo y una sala de proyección donde se cuenta la historia del monasterio, mismo que fue fundado por San Kevin en el siglo sexto.

Los secretos de una torre circular

A unos pasos del centro de visitantes hay un sendero corto que se divide en dos. El camino que va rumbo a la izquierda lleva hacia los lagos y montañas que invitan a iniciar una travesía por algunas ruinas menores. La senda hacia la derecha conduce hasta los vestigios de la llamada Ciudad Monástica.

Todavía se observan los restos de la doble puerta, que fungió en sus tiempos milenarios como la entrada principal y cuya placa apunta haber sido doble para asegurar que los monjes quedaran separados del mundo exterior.

Al atravesar, y antes de que la mirada alcance las primeras cruces celtas, el ruido del aire y el anuncio de la lluvia parecen traer a la imaginación los sonidos dispersos de las agitaciones de los vikingos saqueando la catedral, lo mismo que los murmullos de los monjes orando, o escondidos en la torre redonda.

A pocos pasos aparece un cementerio antiguo, y ahí diferentes cruces con inscripciones o figuras talladas y cuyo cruce es enmarcado por círculos, representación milenaria del sol y característica de la cultura celta.

Al fondo se encuentran los muros de piedra de la catedral, la iglesia de San Kevin y otras construcciones menores, de pronto y una vez más hacia la derecha, justo detrás de un pino frondoso, aparece por fin la torre circular de piedra, recreada en tantos folletos turísticos, con sus 30 metros de altura, su techo en forma de cono, sus puertas elevadas y ventanas en la parte más alta orientadas cada una hacia un punto cardinal.

La torre es el principal atractivo, pues como ésta hubo varias en Irlanda, siempre cerca de los...

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