Historia de un enemigo público

Huber Matos, uno de los colaboradores más cercanos a Fidel Castro durante los primeros días de la Revolución Cubana, relata en su libro Cómo llegó la noche, publicado por Tusquets Editores, las divergencias ideológicas que causaron su encierro durante 20 años, a lo largo de los cuales sufrió innumerables torturas físicas y psicológicas. Acusado de conspirador por un tribunal revolucionario en 1959, Matos cumplió, pese a su precaria salud, la totalidad de su condena. Sus memorias, además de ofrecer una descripción nítida de los horrores vividos por los presos políticos de Castro, son también una crítica al régimen que traicionó los ideales revolucionarios. Con autorización de la editorial, presentamos dos extractos de la obra.

Octubre de 1959. Han transcurrido menos de diez meses desde que los revolucionarios llegamos al poder. Las perspectivas de que el líder de la Revolución se convierta en un tirano como no ha conocido nunca nuestro país se perfilan en el paisaje cubano.

La gran mayoría de la población no percibe la traición. La popularidad de Fidel es inmensa; la gente del pueblo cree en él con ciego fervor. Los que manifiestan su preocupación por el destino de la nación o cuestionan el último capricho del máximo líder se convierten de la noche a la mañana en "enemigos del pueblo". La seductora retórica populista de Castro encubre hábilmente la increíble realidad, que los verdaderos enemigos están en el seno mismo del poder.

Las circunstancias históricas han sido propicias. Desde la Guerra de Independencia, frustrada por la intervención estadounidense, los cubanos han luchado y esperado la redención. En esa guerra murieron los líderes más calificados, Martí y Maceo entre ellos. El pueblo ha tratado de llenar ese vacío generación tras generación, viendo de nuevo sus aspiraciones frustradas por la mediocridad del liderazgo político y por otras trágicas muertes como las de Antonio Guiteras, Eduardo Chibás y José Antonio Echavarría. Por último, después que el país alcanzó la democracia en los años cuarenta, el golpe de Estado de Fulgencio Batista malogró el avance político. El hecho de que la economía cubana, cuando llegamos al poder, hubiese alcanzado la tercera producción per cápita en Latinoamérica no ha sido suficiente atenuante. La población aspira a la Cuba visualizada por José Martí, una nación genuinamente independiente, "con todos y para el bien de todos". Fidel Castro, envuelto en la mística de la lucha guerrillera, ha capitalizado...

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