Una historia y algunos cuentos (III)

AutorIgnacio Carrillo Prieto

La fiscalía, atípica por definición, debió ser constituida según un plan inédito articulado alrededor del eje de la participación ciudadana activa, compuesto de dos segmentos: el Comité Ciudadano de Apoyo -"un grupo sin grupo", parafraseando el ingenio de alguno de los "contemporáneos"- y el conjunto de ciudadanos y de familias agredidas directamente por los agentes del Estado autoritario. El primer tramo, el Comité Ciudadano, ya ha sido entrevisto en estas líneas. Fueron parte de él, en distintos momentos, Vicente Estrada y Mario Ramírez, Rami, quien después asumiría la enorme responsabilidad de encabezar el área de la participación activa y permanente de víctimas y ofendidos, coadyuvantes en las indagatorias ministeriales. También he mencionado la presencia ennoblecedora, a cual más, de la doctora Juliana González Valenzuela. Juliana, entrañable amiga, dio muestra preciada de solidaridad; directora dos veces de la Facultad de Filosofía de la UNAM, integrante lúcida y crítica de su Junta de Gobierno, figura mundial de la bioética, alumna primerísima del Nicol transterrado, cuyo fértil magisterio reconoce en ella frutos óptimos y "desiderátum" -expresado públicamente por mí- de primera rectora de la Universidad Nacional (unción que aún no recibe). La doctora González Valenzuela mejora todo lo que toca su sabia y cálida mano. Fue el caso, aun cuando sus compromisos académicos frecuentemente no le permitían acudir a las sesiones del comité. No obstante ello, nunca faltó a ninguno de mis requerimientos ni dejó de atender ninguna consulta, muchas de ellas hasta Tepoztlán y alguna trasatlántica. Juliana González Valenzuela, honra y prez de la academia mexicana, supo contener con argumentos irrebatibles, cierta impetuosidad inconveniente aunque explicable: logos frena a pathos. Era justo lo que necesitábamos. Cuando faltó su consejo sabio se produjeron excesos verbales que hoy lamentamos sin dejar de reconocerlos como reacción natural (y por ello reprochable) de ataques y pullas sin cuento, que nos fueron propinados sistemáticamente durante un lustro, pues cinco años duró la empresa.

El comité contó con la activísima solidaridad de uno de los "destacados" del 68: Salvador Martínez della Rocca, El Pino, quien salvó del naufragio inaugural este colectivo, como lo dejé relatado arriba. El Pino es, nadie me podrá desmentir, un personaje inolvidable: áspero en la superficie, pero de un fondo bondadoso inocultable; papel de lija sobre papel china. Es feliz acuñador de frases, giros y etiquetas y su olfato es de gran sabueso político. Gracias a él y a Rosaura, doctora eminente y madre de su hija, trabé conocimiento con el juez Baltasar Garzón, a quien acompañé a Chiapas, en donde departí muchas horas con uno de los magistrados más célebres del mundo y con quien he procurado mantener la frescura de nuestras primeras conversaciones. De pasada dejo dicho que el gobernador que lo fue de esa amadísima tierra, Pablo Salazar Mendiguchía, se constituyó, en aquella oportunidad, en el anfitrión perfecto, animando un diálogo sobre la trágica materia de las desapariciones forzadas y del genocidio. Hay que recordar que nuestra base argumentativa para...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR