Una herencia religiosa

AutorMaría Luisa Medellín

Frente a la sobria fachada color gris perla, con un barandal negro delimitándola, algunos transeúntes se persignan creyendo que es iglesia.

"Incluso entran para cerciorarse, y cuando les decimos que no es templo, preguntan si las que atendemos somos madrecitas, les decimos que sí, pero de familia", bromea Maricela Caballero, del área de contabilidad de Casa Cristo Rey.

En este local, ubicado en Colón y Venustiano Carranza, hay decenas de estantes, mesas y vitrinas en las que se aprecian Nacimientos de todos tamaños, crucifijos, biblias, medallas, estampas, cirios, accesorios para diversos sacramentos, ornamentos litúrgicos, y las imágenes se observan a través de sus amplios ventanales.

Durante el año abundan festividades para honrar a algún santo, pero la devoción popular todo el tiempo es para la Virgen de Guadalupe y San Judas Tadeo.

"Hay artículos de temporada, como los cirios, en Semana Santa; o accesorios para primeras comuniones, de mayo a julio, y con ese programa de televisión sobre la vida de los santos, nos vienen a preguntar por aquél del que se habló ese día, sólo que no todos son conocidos aquí, porque incluyen de otros países", explica Maricela.

"También vienen a tomarse fotos en los Nacimientos de tamaño natural, y los niños quieren montar a la mula o al buey, como si fueran de verdad", porque a pesar de que el Papa Benedicto XVI haya mencionado que estos animales no eran parte del pesebre cuando Jesús nació, no hay manera de que la gente los elimine de la representación.

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A veces por telegrama, o a través de la caseta telefónica comunitaria, Roberto Treviño Amador, el propietario, se comunica con artesanos de remotos poblados del País, que elaboran las imágenes religiosas para su establecimiento.

Antes era mayor la cantidad de pequeños proveedores y talleres familiares con los que mantenía este contacto rudimentario. Por fortuna, ha ido disminuyendo.

Dice que en 1981, cuando su mamá, Margarita Amador Manríquez, le dejó las riendas de Casa Cristo Rey tras administrarla 34 años, lo que más tardó en asimilar fue depender de aquellos hombres ajenos a compromisos y tiempos de entrega.

"Todavía es un reto increíble. No es de levanta el teléfono, háblale a Juan Pérez y que te envíe tal cantidad de figuras, es: déjale recado para que nos llame de la caseta del pueblo cuando regrese de donde anda; y es que nos han tocado bohemios y hasta toreros que no trabajan por días", explica entornando los ojos.

A muchos los han tenido que financiar con pequeñas sumas para la producción, y...

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