Harina de Otro Costal/ 1900: Rodolfo Halffter.- III

AutorJosé Antonio Alcaraz

Una manifestación de la idiosincrasia dual en Rodolfo Halffter brota mediante la caricatura que le hizo el dibujante peruano Osvaldo Sagástegui. Ahí se le ve disponiendo de tres manos: una de ellas va, calurosa, al pecho en una especie de salutación caballeresca; la segunda sostiene un sombrero calañés. Otra más, lleva de manera ostensible un sombrero de charro. Cada vez que Halffter pudo, la hizo reproducir en algún artículo, estudio o libro dedicado a él, asumiendo alegremente sus múltiples significados y chuscos dardos certeros. Pocas cosas le arredraban: supo cuál y cómo era su individualidad, sin jamás intentar soslayarla ni ocultarse tras máscaras protectoras de resguardo.

Tal actitud provocó eventualmente incomodidades. Como en el caso de cierto conflicto estudiantil, cuando Rodolfo Halffter tomó partido a favor de los funcionarios escolares represivos. De ello nacieron unas octavillas de autor anónimo, como corresponde al género. El semi-libelo daba curso a un supuesto acróstico, poco ingenioso, bajo la apariencia de un corrido: descendencia mexicana del viejo romance español.

Con el afán de no presentar una imagen color de rosa, se entresacan aquí algunos de sus dardos ramplones: "Observando en nuestra tierra/ que el dólar es poderoso/ pronto se olvidó de Lenin/ para mirar al Coloso... / Frecuentó al padre Soler / y lo sacudió en la tumba / P'a (sic) rellenarlo de 'olés'/ seguidillas y cachungas.../ Tiene en todo calendario/ muchos nombres que marcar:/ unos que ya ha fastidiado,/ otros, que fastidiará.../ Saca jugo de sus mitos,/ de su ciencia de panadero,/ pintando la Madrugada/ con vientos de Panadero/ ...Igual que la dulce alondra/ no le va que llueve o truene,/ pues cobra treintaiséis horas/ y sólo 'trabaja' nueve./ Corre, corre cancioncilla,/ camino de Bellas Artes,/ platícale a los amigos/ cómo se llama mi cuate./ Héroe de muchos trinquetes/ uno más nos puede hacer/ mejor diles que su nombre/ lo olvidaste desde ayer".

Queda a manera de remate --o moraleja, según se prefiera-- el traer a cuento otra de las vertientes con mayor peso y densidad en este ser poliédrico, multivalente, de Halffter: el pedagogo magnífico. Ahí se corporeiza la dimensión más entrañable del compositor: durante 40 años --de 1941 a 1981-- fue maestro de numerosas generaciones de músicos mexicanos, dentro y fuera del aula.

Creó así Halffter nexos briosos, trascendentes, indelebles, con compositores, directores de orquesta, instrumentistas, cantantes...

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