Donde el hambre es canija

Son 150 metros de un recorrido gris: casas viejas, vecindades y negocios que han sido opacados por la mancha urbana.

El callejón Mariano Escobedo, entre la Avenida Colón y la calle Magallanes, en la Colonia Treviño, es único.

Poco lo conocen, pero el lugar abraza diariamente a cientos de personas que tienen dos cosas en común: desamparo y hambre.

Trinidad, un hombre de unos 60 años, es una de esas personas.

En 1961, dejó San Luis Potosí para perseguir el "sueño regio".

Llegó a la Colonia Independencia y trató de salir adelante, pero las cosas no le resultaron.

"Perdí mi casa", recuerda con tristeza, "sí me casé y tuve hijos, pero eso ya pasó a la historia".

Trinidad es un emblema del sitio, es educado, callado y bravo.

Aseguran que tiene una buena izquierda... aunque todos aquí son especialistas en el tema de defenderse de sus "depredadores".

En la Colonia Treviño hay opiniones de todo tipo sobre este singular callejón.

Algunos se atreven a decir que está lleno de esperanza.

"Aquí pasan cosas maravillosas", menciona Carmen, una de las religiosas que atiende el comedor María Siempre Virgen.

Pero los vecinos aseguran que debe eliminarse todo lo que allí existe. Todo. E incluso, lo ponen de manifiesto en mantas.

"Deberían de sacar a esa gente tan desagradable, son puros malvivientes, toda la zona está fea y con ellos más", grita una mujer desde la azotea de su casa, mientras cuelga ropa recién lavada.

El comedor prepara 500 platillos de comida diaria que se reparten sin discriminación y es vigilado 24 horas por Fuerza Civil.

Todos los días, de 9:00 a 13:00 horas, se congrega en el comedor la mayor parte de los vagabundos, migrantes, indocumentados y uno que otro adicto que camina sin rumbo fijo por Monterrey.

No les piden nada a cambio de la comida o la muda de ropa que se les...

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