Opinión Invitada / Es hora de que hallemos otro método para afrontar los desastres

Ban Ki-Moon

Cuando visité esos lugares recientemente fui testigo de la destrucción de vidas humanas y de estragos que llevará años reparar. A medida que las catástrofes se multiplican, se nos podría disculpar que lleguemos a la conclusión de que la humanidad es la víctima indefensa de la naturaleza. Pero pensar eso sería cometer una trágica equivocación. Nuestra capacidad para afrontar las catástrofes naturales es en realidad mucho mayor de lo que advertimos.

Casi tan peligroso como los propios ciclones o terremotos es el mito de que la destrucción y las muertes que provocan son de algún modo inevitables, el resultado indefectible de una calamidad natural. Es verdad que no podemos evitarlos, pero sí podemos determinar nuestra respuesta y, según las medidas que adoptemos, agravaremos los desastres o los mitigaremos.

La diferencia radica en la preparación y la prevención. Tal vez sea difícil admitirlo, pues ello significa hacer hincapié en la previsión y la planificación anticipada y no simplemente en el socorro de emergencia, que será anunciado en los titulares de los periódicos cuando se produzca la crisis. Los expertos en "reducción de riesgos de desastre", como la denominan, se especializan en reducir la vulnerabilidad humana. Si adoptamos las medidas del caso en forma anticipada podremos salvar vidas y medios de sustento que de otra manera se perderían.

Tomemos el caso de Bangladesh, que como Myanmar, tiene un delta deprimido y densamente poblado vulnerable a las tempestades. El ciclón Bhola provocó la muerte de medio millón de personas en 1970. Después de que otras 140.000 personas perecieron como consecuencia de un ciclón en 1991, Bangladesh estableció un sistema amplio de alerta temprana y programas bien estructurados de preparación comunitaria para casos de desastre, evacuación y mitigación. Cuando ocurrió el ciclón Sidr en 2007 no murieron cientos de miles de personas, sino poco más de 4.000. Myanmar, que no había sido azotado por un ciclón de la potencia del Nargis en toda su historia, no tenía tomado esos recaudos.

Otros países en desarrollo están siguiendo el ejemplo. Filipinas y Madagascar, países en los que son frecuentes los tifones, han demostrado que la realización de pequeñas inversiones precautorias en materia de edificación, planeamiento y capacitación pueden redituar resultados notables. En Nepal y en el estado de Uttar Pradesh, en la India, se han instituido proyectos comunitarios en los que se utilizaron las...

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