Hale, antípoda de Poinsett

AutorJosé E. Iturriaga
Páginas119-131
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Hale, antípoda de Poinsett
La Cámara de Representantes de Estados Unidos discutió hace 139 años una
cuestión que conviene recordar a los mexicanos y a nuestros vecinos.
Ello fue el 7, el 11 y el 16 de febrero de 1848, según consta en el Con-
gressional Record de las citadas fechas. O sea, días después de que dio fin
la guerra que durante 20 meses nos impusieron Estados Unidos, la que
desembocó en los tratados de Guadalupe Hidalgo por medio de los cuales
perdimos un territorio tan extenso que en él se hallan ahora los estados de
California y Nevada, Utah y Colorado, Nuevo México y Arizona, una parte
de Oklahoma y además Texas, cuya separación de nosotros en 1836 y
posterior anexión a estados Unidos en 1845 tuvimos que admitir en dichos
Tratados.
El debate posee enorme interés para los mexicanos porque en él se
advierte hasta qué punto en el Poder Legislativo de Estados Unidos —al
igual que en otros círculos de opinión del país vecino— han existido siem-
pre dos corrientes con respecto a México: la adversa a nosotros, notoria-
mente mayoritaria: y la corriente minoritaria, comprensiva de nuestros
intereses y del afán de que sigamos siendo una nación soberana.
A la corriente mayoritaria, como se puede ver en el debate respectivo,
se opuso, solidario y tenaz, al senador Hale, con cuya conducta erigió un
monumento a la decencia, a la moral y al apego al derecho internacional.
Una calle de nuestra capital de la República debería llevar su nombre, por
ejemplo, en la colonia Polanco o en la Nápoles. Sería un acto de justicia
histórica.

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