Hacia una reforma electoral trascendente
| Autor | Eduardo R. Huchim |
En las negociaciones que condujeron a la reforma electoral de 1996, Porfirio Muñoz Ledo, que representaba al Partido de la Revolución Democrática, propuso que la propaganda partidaria en radio y televisión se difundiera, conforme al modelo europeo, sólo en tiempos oficiales. Los representantes de la Secretaría de Gobernación y del Partido Revolucionario Institucional, Arturo Núñez Jiménez y Santiago Oñate Laborde, se opusieron a aquella idea extraña. A otros como Felipe Calderón Hinojosa, que participaba por el Partido Acción Nacional, tampoco les pareció una buena iniciativa.
El planteamiento visionario del líder perredista fue considerado banal e innecesario. En aquellos momentos la propaganda partidaria no estaba en los medios electrónicos, de suerte que la propuesta parecía una trivialidad. Los negociadores de entonces no podían prever la actual presencia masiva de la propaganda electoral y gubernamental en radio y televisión, ni la realidad que ahora se conoce de distintas maneras: la spotización de la política, la república del spot o la spotcracia.
No es extraño, entonces, que en el centro de la reforma electoral, que forma parte de la más amplia Reforma del Estado, esté aquella vieja propuesta de Muñoz Ledo, que ahora es acompañada por Arturo Núñez. Es tan central la veda a la contratación de tiempos en radio y televisión por los partidos, que parece no haber duda de que si no se concreta, habrá sólo una reforma electoral menor, de bajo perfil.
Por lo pronto, si bien con matices, siete partidos coinciden en esa propuesta: los tres del Frente Amplio Progresista (PRD, Convergencia y PT), PRI, PVEM, Panal y Alternativa . También figura en la agenda del Comité Conciudadano para la Reforma Electoral, en tanto que el PAN sólo postula el acceso equitativo de los partidos a la radio y la televisión.
El previsible debate sobre el tema no debiera limitarse al aspecto cuantitativo (quién paga, cuánto se paga, cómo se paga, cuánto tiempo, etcétera), sino extenderse a lo cualitativo, a si se continúa o no por la ruta de la spotización. Se ha dicho que los spots electorales reducen a los candidatos a un producto que se vende como un dentífrico o un refresco, y no le falta razón a este señalamiento. Pero lo que vimos en la campaña presidencial de 2006 fue peor, porque no sólo se llamaba a consumir el producto propio sino se denigraba a los de otras marcas, a pesar de que la ley prohíbe expresamente tal denigración.
Dicho de otro modo, ¿queremos los ciudadanos que se nos siga saturando con promocionales que en 20 o 30 segundos nos hablan de peligros para México, de firmantes del Fobaproa o del retorno de los dinosaurios? ¿O debe privilegiarse el planteamiento y la discusión de proyectos de gobierno en la radio y la televisión y frenar la spotización de la política?
Asedio al 41 constitucional
El nuevo eventual estatus de los tiempos de radio y televisión para uso partidario es una de las reformas que atañen al artículo 41 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que desde hace años es objeto del asedio legislativo de los diferentes actores políticos, lo cual se ratifica ahora, en la coyuntura de la agenda para la Reforma del Estado.
En efecto, entre las propuestas partidarias entregadas el 24 de mayo a la Comisión Ejecutiva de Negociación y Construcción de Acuerdos para la Reforma del Estado por PAN, PRI, PRD, PVEM, Convergencia, PT, Panal y Alternativa, el 41 es el artículo constitucional con mayor número de proposiciones de modificación: 80, un diez por ciento de las 800 propuestas presentadas y que implican al menos 237 cambios a 70 por ciento de los 136 artículos de la Carta Magna, así como la creación y reforma de al menos 20 leyes secundarias.
El artículo 41, uno de los más extensos de la Constitución, tenía originalmente un párrafo y actualmente posee 20, como lo ha hecho notar Miguel Eraña Sánchez. Se ocupa de la soberanía que se...
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