Hacen trampa para ganar

La moda de los directores, al parecer, es el cine del juego de apariencias (La Gran Estafa, La Estafa Maestra y El Asalto y El Secreto) tocando turno a Los Tramposos, dirigida por Ridley Scott, el mismo realizador de Gladiador y La Caída del Halcón Negro.

En el filme, el actor Nicolas Cage es Roy Waller, embaucador oportunista, muy bueno en su profesión pero al parecer prefiere perder el tiempo en operaciones pequeñas con su socio Frank (Sam Rockwell, recién visto en Confesiones de una Mente Peligrosa).

En el filme ocurren dos cosas: aparece la oportunidad de lograr un gran golpe y en la vida de Frank reaparece su hija de 14 años de edad.

El director Scott, después de haber hecho la cintas mencionadas anteriormente, lo más seguro es que haya hecho Los Tramposos con los ojos cerrados ya que es un ABC de su estilo técnicamente impecable y el sello de manejar personajes contradictorios al desarrollo que les vemos en el filme.

La parte fuerte de la película es la relación que hay entre padre e hija al estilo de Ryan O'Neal y su hija Tatum en Luna de Papel (1973) y en segundo término está el juego de apariencias, el de robo de confianza de Juego de Pasiones (House of Games, 1987) del cineasta y dramaturgo David Mamet.

Se maneja esa mística del estafador maestro, del aire que no se le está haciendo daño a nadie (tipo la clásica El Golpe), que es un juego donde el que se enoja pierde y de un tipipuchal de reglas a seguir.

De hecho he visto tantas cintas de estafas maestras que siento que la realidad del embaucador se apega más a la fría existencia de Nueve Reinas (la cinta argentina) que a la visión romántica de Hollywood.

El problema principal que afronta la historia es que...

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