Hacen sentir versos de Paz

AutorYanireth Israde

Los versos de Octavio Paz volaban de un oído a otro, impulsados por susurradores que estremecían al espectador con su aliento. Una veintena de jóvenes se acercaba con sigilo para cumplir el poético roce durante la "instalaformance" Tiro a Blanco: El circo de los sentidos, que la compañía Circo Raus presentó la noche del viernes en la Universidad del Claustro de Sor Juana.

Mezcla de instalación y performance, el montaje abreva del poema Blanco, uno de los más extensos y complejos del siglo 20, que el Nobel mexicano publicó en 1967 a manera de acordeón o pergamino en una sola hoja de 522 centímetros, con distintas tipografías y múltiples posibilidades de lectura.

El mismo Paz consideraba que esta pieza de amor, erotismo y lenguaje poético resultaba propicia para la representación, recordó Israel Cortés, director de Circo Raus, quien transformó el espacio escénico en un lienzo blanco que acumulaba manchas que se convertían en escritura y en una danza de signos sonoros y visuales.

Circo Raus instaló su galería escénica en el Patio de la UCSJ y los espectadores -de pie, sentados en el piso o recargados en alguna columna- pudieron seguir con la mirada los movimientos y atender al canto de una mujer que, sin interrupciones, trabajaba en su máquina de coser, de donde no cesaba de surgir un lienzo blanco.

Un hombre, literalmente iluminado con cirios negros en brazos y piernas, y cuyo rastro quedó marcado en el blanco espacio, imantó también al público, lo mismo que los músicos y los bailarines que se distribuían por el lugar mientras una pantalla proyectaba sus rostros.

Los espectadores podían acercarse, recorrer estos cuadros surrealistas sin las barreras de los foros teatrales, y atestiguar la unión mística de esos príncipes andróginos (uno blanco y otro negro), representación del ser dividido.

"Cada diorama es un rumor de metáforas; acciones que incendian la carne y la imaginación como un cuerpo atravesado por el deseo", se lee en el proyecto de Cortés, en cuya concepción participó también la pintora, fotógrafa y escenógrafa Ilana Boltvinik.

Cuando más absorto estaba el espectador mirando cómo el príncipe negro se engolosinaba con un algodón blanquísimo -parecía comer una nube- o tomaba agua en una copa gigante, los susurradores se acercaban para musitar los versos de Blanco.

"Pretendimos conservar los valores conceptuales, estéticos y...

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