El ser se hace de muchas maneras.

AutorCabanchik, Samuel Manuel

Resumen: La tradición pragmatista se ha transformado en una especie de molde o andarivel forzoso para el desarrollo del debate filosófico contemporáneo. Pero, como suele ocurrir en estos casos, la doctrina va perdiendo nitidez en favor de una etiqueta aplicada de modo excesivamente rumboso. La ubicuidad resultante habilita extraños maridajes que dificultan la justa apreciación de mucho de lo que en el pragmatismo sigue siendo una auténtica y profunda renovación de la filosofía.

En el presente trabajo pretendo destacar algunas de las principales características del pragmatismo, sobre todo aquellas que constituyen un giro radical en materia de metafísica respecto de la filosofía moderna. En este sentido, argumentaré que el pluralismo irrealista de Nelson Goodman es una consecuencia natural de algunas tesis pragmatistas acerca de los conceptos mencionados. Para ello partiré de un aspecto del análisis ofrecido por Austin acerca del uso de "real" para desarrollar las posibilidades de una visión radicalmente constructiva de lo real.

Palabras clave: realidad, pragmatismo, Nelson Goodman, J.L. Austin, arte, ciencia

Samuel Manuel Cabanchik, Being is Made in Several Ways

Pragmatism has become a kind of mandatory framework for any current philosophical debate. But, as usual, ideas fade away, as they are replaced by meaningless brand names. As a result, we get many odd conceptual mixtures, making it really difficult to fairly appreciate the authentic and profound pragmatist renovation of philosophy. In this paper, I'd like to highlight some of the main traits of pragmatism. I am particularly concerned with those changes that we may consider radical turns in metaphysics. In this regard, I will argue that Goodman's unrealistic pluralism is a natural consequence of some pragmatist theses. I will begin by considering one aspect of Austin's analysis of the use of 'real' to go on gauging the possibilities of a radically constructive view of reality.

Key words: reality, pragmatism, Nelson Goodman, J.L. Austin, art, science

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Los filósofos gustamos de acuñar nuevas etiquetas capaces de abarcar muchos y grandes asuntos de un modo novedoso, con la esperanza de que por esa vía tengamos la ocasión de renovar el ejercicio de nuestro oficio. A tales tipos de etiquetas pertenecen los varios giros de los que se ha hablado en la segunda mitad del siglo xx: lingüístico, hermenéutico, antropológico y ahora pragmático. La palabra "giro" carga allí con el mayor peso, esto es, el de mentar una reorientación masiva del modo de hacer filosofía. Que ya estemos autorizados a hablar de "giro pragmático" o no puede ser materia de controversia, pero no argumentaré en esa dirección ni trataré de precisar el sentido de esa supuesta reorientación. Mi tema especifico es el aporte del pragmatismo a ese hipotético giro. Mi pretensión no es hacer aquí un ensayo de historia crítica de las ideas pragmatistas. Me concentraré en ciertos rasgos que me parecen centrales, en especial en lo que concierne a cuestiones tradicionalmente calificadas de metafísicas, como las relativas a la distinción entre lo real y lo irreal y a si la realidad es una construcción simbólica o se le reconoce alguna dimensión independiente de nuestra invención categorial.

En un trabajo anterior (1) retomé el análisis de "real" que Austin propuso en Sense and Sensibilia. Allí señalé que de los cuatro rasgos que atribuye a la palabra --a saber, ser una palabra "hambrienta de sustantivo", "de pantalones", "dimensional" y "ajustadora"--, el segundo y el cuarto guardan una relación tensa y estrecha. Austin explica el significado de su expresión "de pantalones" aduciendo que en el uso de "real", quien lleva los pantalones, esto es, el contexto rector o paradigmático, es el negativo. Combinado con el primer rasgo, el modelo resulta ser la expresión tipo "esto no es un x real". Por su parte, su naturaleza ajustadora queda caracterizada a través de la conjunción de dos fórmulas: "esto es como un x, pero no es un x real". Austin no es muy claro en su desarrollo de esta característica, pues no afirma con claridad que el ajuste se ejerza a través de la conjunción. Por el contrario, dice que a veces preferimos afirmar la primera parte, y otras, la segunda, y a continuación deja abierta una cuestión en mi opinión importante y sorprendente, al observar que determinar exactamente por qué a veces preferimos decir "es como un x" y otras "no es un x real" constituiría un gran paso en la clarificación del significado de "real".

A fin de apreciar con mayor nitidez el problema que hay aquí, propongo replantear el interrogante de Austin en términos de por qué a veces usamos "real" en su función negativa y otras como palabra ajustadora. En su uso negativo, "real" sirve para establecer un contraste entre un concepto en su uso ejemplar, según el cual el x del caso es la entidad real, y otros ejemplares de x no reales, pero de los que sabemos o podemos saber de qué modo preciso no son x reales. Por el contrario, usamos "como" en su función ajustadora, cuando sólo estamos en condiciones de descartar que la entidad del caso sea un x real, pero no tenemos todavía una etiqueta nueva para clasificarla. Nos limitamos entonces a homologar la entidad no clasificada a una entidad ya etiquetada, generalmente en virtud de ciertas semejanzas.

Estimo que Austin dio con un problema de interés y que algunas ideas atribuibles a la tradición pragmatista permiten apreciar mejor la naturaleza del mismo. El asunto más general que se deja entrever es el de cómo comprender la articulación entre los símbolos en su mutua distribución jerárquica y las entidades a las que se aplican. Una cuestión más especifica es la de la explicación y ponderación de los cambios conceptuales y su vinculo con lo que llamamos "la realidad". Por esta vía se reabren viejas preguntas en torno del monismo, el dualismo y el pluralismo y de si hay una realidad permanente y absoluta, que es lo que es con independencia de nuestros sistemas simbólicos, o de si por el contrario son éstos los que rigen, crean y recrean constantemente lo real.

Para avanzar, demorémonos en la complejidad implicada en el uso negativo de "real". Allí tenemos un símbolo que refiere a una clase de cosas, una clasificación de estas cosas en reales y no reales y una clase abierta de modos de no ser reales esas cosas. Sea la expresión "esto es una estrella". Si digo de una entidad cualquiera que es un ejemplar de estrella, lo que digo es que se trata de una estrella real; pero si digo que no es una estrella real, lo que implico es que es una muestra de estrella de otro género; por ejemplo, de juguete. Ésta es una clase abierta porque pueden aparecer nuevos modos en que algo no sea una estrella real. Hace un tiempo no teníamos expresiones como "un holograma de estrella" o "un modelo computarizado de estrella", por citar algunos ejemplos recientes. Ahora surge la oportunidad para el interrogante de Austin: ¿por qué elijo decir "no es una estrella real, sino una de juguete" y no "es como una estrella, pero no es realmente una estrella"? Una parte de la respuesta es simplemente que hemos decidido extender el uso del símbolo "estrella" a muchas otras entidades que no son estrellas, pero que se presentan con forma de estrella. Naturalmente, los límites de esta extensión son borrosos. El uso del símbolo "estrella" es muy extendido para casos muy variados. Piénsese en las estrellas fijas, en el uso de la expresión "estrella fugaz", en las estrellas de mar, en los cometas llamados también "estrellas de rabo", en dibujos de estrellas de tres, cuatro y cinco puntas, en la Estrella de David, en la expresión "vi estrellas" después de sentir un dolor intenso, en el lucero de la tarde, en el sol...

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