Hablemos de spas

AutorTania Cacique

Las paredes de un spa no sólo encierran la anhelada experiencia tranquilizadora... tambien anécdotas que bien vale la pena contar, o leer, por aquello de la curiosidad. Alberto Calvet, quien ha gerenciado diversos spas en Cuernavaca como Misión del Sol, Hostal de la Luz y Portal La Vista, comparte algunas vivencias curiosas de su ejercicio profesional dejando en claro que, si de ofrecer algún servicio se trata: "al cliente, lo que pida".

A mí no me toca un hombre, y a mi mujer, tampoco

"Teníamos un cliente frecuente que un día llegó con su esposa para recibir un masaje simultáneo. Ese día, la mayoría de los terapistas estaban ocupados, y sólo quedaban disponibles un hombre y una mujer.

Él siempre pedía que sus tratamientos se los diera una terapista mujer, y solicitó que a su esposa también se lo diera una chica, porque decía que por ningún motivo un hombre podría darle masaje a su esposa. Entonces, le sugerimos que él optara por el masaje con el caballero. A lo que respondió: "No, no, no, a mí que no me toque un hombre". Así que le dijimos que conseguiríamos a otra masajista.

Pero la señora no tenía problema. Propuso que se metiera una recepcionista por la puerta principal de la cabina para que su marido la viera, y que por la puerta trasera entrara el masajista. A la recepcionista le dijo algo como: "Ya después tú te sales, y santo remedio". Así lo hicimos, y ambos terminaron satisfechos".

¿Tiene masaje shiatsu?, ¿y el sueco? Ah, pues quiero un tailandés

"Es muy común que, de pronto, la gente te pida masajes que no tienes en el menú. Una ocasión, un cliente solicitó el masaje tailandés, en el que la masajista te camina por la espalda de una manera muy particular para trabajar la columna vertebral; ¡pero ese no lo teníamos! Lo que hicimos fue decirle que la masajista que solía dar ese masaje no era de planta y no se encontraba en las instalaciones, pero que podíamos hacerle una cita para el día siguiente.

En ese momento me puse a conseguir a alguien. Le llamé a todos mis contactos aquí en Cuernavaca para encontrar a quien de verdad supiera dar este masaje. Tres horas después, ya tenía a la persona, y agendamos la sesión.

Al final, el cliente recibió su masaje tailandés y sólo comentó que debíamos tenerlo anunciado en el menú".

Primero, la regadera suiza. Después, una jicarita

"En una cama de envolventes y exfoliantes, la terapista preparaba la regadera suiza para enjuagar el cuerpo del cliente y darle un hidromasaje. Sin embargo, al...

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