Para todos los gustos

AutorAreli Avila

Una a una, las anécdotas y remembranzas de "aquella época" se entretejen para contar viejas y nuevas historias tapatías con sabor y tradición.

Añeja santidad

La infusión hecha con las semillas tostadas del cafeto adquiere un valor personal y exclusivo en el antiguo Café San Remo, cuyo inicio data de 1922.

Doña Angelina Hernández de la Torre, actual propietaria, recuerda los días en que se quedaba dormida sobre los costales de granos de café que vendía su padre.

Alrededor de los años 40 y tras un incendio accidental que los dejó prácticamente en bancarrota, la familia decidió abrir con más bríos, pero ahora con un espacio para saborear café y especializarse en la venta de granos producidos en su propio cafetal en Jalisco.

Fue hasta 1958 cuando abrió el negocio formal con el nombre de Café Ambar, pero debido a que en Veracruz ya estaba registrada esta marca tuvieron que "acabarse las bolsas" impresas y cambiar a San Remo.

Este centro de reunión de escritores, poetas y pensionados, cuenta ya con una extensa familia que los ha seguido por generaciones. Los más selectos y asiduos han alcanzado un premio por su fidelidad: un jarrito de barro que ostenta su nombre y que se guarda celosamente desde el 76 en los estantes de este sitio de la Calle Independencia, asegura Félix Domínguez Díaz, empleado desde 1976.

Al estilo español

Entre las sucursales bancarias y las casas de cambio de Avenida Juárez, se vislumbra un letrero que indica que el Café Madrid continúa deleitando a sus clientes, después de 46 años de su inauguración.

Un fiel seguidor, don Juan Eskenazi, cuenta que desde el primer día ya estaba afuera esperando a que abrieran.

"Conocía desde antes al español Miguel Tadeo Sanchís, el primer propietario. Me comentó que iba a abrir un negocio y vine a la inauguración en 1955", recuerda el cliente de 89 años de edad.

Mientras bebe un refresco de limón, asegura que no ha dejado de acudir a este sitio a menos que estuviera fuera de la ciudad. Además, por cuestiones de salud decidió dejar su adorado café por otras bebidas "por si las dudas".

José Luis de la Paz, sobrino del dueño que trabajó durante 10 años ahí, menciona que se ha enterado y ha conocido "de todo", hasta a una persona que le pedía con insistencia un 'filtro de reactor atómico' para su pipa, ¡Imagínese!

"En este trabajo uno se vuelve una especie de sociólogo o antropólogo urbano", confiesa.

El clásico Madoka

Uno de los secretos que mantiene al Café Madoka desde que lo abriera su...

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