Gustavo Fondevila / Triste, solitario y final

AutorGustavo Fondevila

El sábado pasado (1 de diciembre), durante la asunción del nuevo Ejecutivo federal se produjeron graves disturbios y protestas que terminaron con casi un centenar de detenidos, muchos heridos y destrozos importantes en el centro de la Ciudad (Alameda). Una parte de ese caos y de los excesos cometidos le correspondió a la Policía federal (las asignadas en San Lázaro) pero la otra, a las fuerzas de seguridad de la Ciudad. No se trató de una manifestación y de su contención o represión. Fue algo mucho más complejo que nadie hasta ahora logra explicar fehacientemente.

La represión encarada por las Policías del DF fue curiosa, sobre todo, viniendo de un gobierno que se ha negado casi sistemática e inteligentemente a reprimir manifestaciones públicas de cualquier tipo, inclinándose por ignorarlas y apostar por el desgaste, descrédito y hartazgo de la propia población. Pero en este caso, lo más extraño es que la represión haya sido tan claramente selectiva.

FALTA DE CONTROL

La seguridad pública nunca fue el punto fuerte de la izquierda capitalina. Aunque les haya hecho ganar elecciones y servido para catapultar a Mondragón al gobierno de Peña Nieto y a Mancera al Ejecutivo de la Ciudad. Y esto solo se explica porque frente a las noticias que llegan de otras ciudades (por ejemplo, de Juárez), la gente comienza a conformarse con poco y a festejar que al menos en la ciudad de México no hay matanzas ni enfrentamientos a balazos en cada esquina.

Pero no hay que olvidarse del linchamiento de Tláhuac que casi fue el final de la carrera de Ebrard y del News Divine, donde murieron 12 personas en un operativo que no entrañaba ningún peligro, que fue un parteaguas en la política de seguridad de la Ciudad y que costó una crisis que llevó a la renuncia del Secretario de Seguridad (Joel Ortega Cuevas) y del Procurador (Rodolfo Félix Cárdenas).

La política de seguridad en estos años consistió en ponerle uniforme a unos pobres para que metieran en la cárcel a otros pobres (culpables e inocentes) pero no se hizo nada en temas de reforma policial: básicamente, no se erradicaron los grupos de poder al interior de la institución. Nunca -pero realmente, nunca- se logró el control civil de la institución. Y eso tiene un precio que es precisamente el que se está pagando ahora con una investigación de la Comisión...

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