Gustavo Esteva/ Depresión democrática

AutorGustavo Esteva

Me preocupa la depresión que he estado observando entre algunos de nuestros mejores demócratas. El desencanto que intuyo en ellos puede estar militando contra su propia causa.

Alianza Cívica, la Fundación Rosenblueth o el Movimiento Ciudadano por la Democracia, por citar sólo algunas de las organizaciones más destacadas, y numerosas personalidades que no ejemplifico para evitar una injusta selección, abrieron el debate público y la movilización ciudadana a la transición democrática, y supieron impulsarla con coraje, decisión e inteligencia, ante la terquedad de un régimen que aún sigue negando su existencia.

Asumieron que podían contar con una sociedad civil alerta y decidida y cumplieron una función insustituible en el proceso de articulación de los empeños dispersos de innumerables ciudadanos. Aunque aún estamos lejos de alcanzar el propósito que se plantearon, tan lejos como está nuestro efectivo tránsito a un nuevo régimen político, contribuyeron a lograr avances innegables, que crearon espacios apropiados para lo que sigue.

Ahora, sin embargo, parece estar abrumando a algunos de ellos una peculiar depresión. Tienen acaso la sensación de que esos logros pueden estar en entredicho, por haberse perdido o debilitado el ímpetu transformador en la base social. Y parecen también desencantados por la expresión que aquellos logros encuentran en la realidad.

Es claro que no lucharon para que se organizara en el país el circo de muchas pistas en que se ha convertido el proceso electoral, cada vez más dominado por el estilo norteamericano de comercialización de la política. Quienes iniciaron y acreditaron el ejercicio de las encuestas, por ejemplo, no intentaban traer al país un instrumento más de manipulación de los ciudadanos; buscaban, al contrario, combatirla mediante el uso riguroso de información pública.

Tampoco soñaban en legitimar los procedimientos autoritarios del régimen en agonía, mediante la modernización de los cosméticos que pueden disimularlos en forma más eficaz. Quienes impulsaron la observación electoral, por ejemplo, buscaban la efectividad del sufragio, no su mejor apariencia.

El clima público que estaría poniendo nuestros avances en los procedimientos electorales al servicio de un triunfo del PRI en las próximas elecciones, dándole una legitimidad de que siempre careció, es sin duda motivo serio de preocupación. Quienes lucharon contra esa estructura de dominación habrían estado escupiendo contra el viento. El saldo final de...

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