Guillermo Velasco Barrera / Construir la verdadera paz

AutorGuillermo Velasco Barrera

El pasado miércoles comenzaron en Ciudad Juárez los denominados foros para la Pacificación y la Reconciliación Nacional, mediante los cuales el nuevo Gobierno federal llevará a cabo consultas en diversas regiones del País con el propósito de trazar una ruta integral para disminuir la espiral de violencia imperante en México. Ese es al menos el discurso de López Obrador.

Dichos foros son en realidad un ejercicio que pretende legitimar decisiones que en gran medida han sido tomadas, pero que como el Presidente electo de México ha señalado que todo se pondrá a consulta, era necesario darle consistencia a la promesa de campaña. Hay que decir que el diálogo con sectores de la sociedad en torno a los grandes problemas del País es algo positivo, pero éste puede llegar a ser una mera simulación o una verdadera torre de Babel en la que nadie escucha a nadie.

AMLO ha hecho un llamado a no olvidar pero sí a perdonar, y ha señalado que actuar bajo la ley del talión, "ojo por ojo y diente por diente", nos convertiría en una sociedad de tuertos y chimuelos. La frase es sin duda mediática, pero aborda con gran simplismo un tema de enorme complejidad, como es el del perdón y la reconciliación, algo sin duda urgente para México, pero que presupone ciertas condiciones.

Indudablemente existe un anhelo de paz en el País, pero ésta no puede darse por mandato presidencial o simplemente dándole vuelta a la página tras la llegada de un nuevo régimen que, desde una visión mesiánica, decide quién es culpable o quién es inocente y que incluso perdona a los que antes criticaba y señalaba como delincuentes.

San Juan Pablo II señalaba que la construcción de la paz requiere cuatro aspectos esenciales: verdad, justicia, caridad y libertad. En el País existen muchas víctimas de la violencia que se presenta con diferentes rostros. Hay personas desaparecidas, familias rotas consecuencia de asesinatos y secuestros, jóvenes víctimas del narcotráfico, migrantes que tienen que abandonar sus lugares de origen ante una ola de violencia que parece imparable. En todos ellos existe un anhelo de paz, pero ésta sólo puede tener lugar si prevalece la justicia basada en la verdad de lo que realmente ocurrió en cada historia.

El clamor de justicia no se opone a la pretensión de lograr la paz en el País. Disociar justicia y paz llevaría a crear espacios de...

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