Guerreros

AutorRamón Estrada y Carlos Rubio

Con mucho sufrimiento, pero 11 años después las Chivas vuelven a la Final.

Si fuera un auto de carreras, podría decirse que el Guadalajara llega al Gran Premio definitivo con el motor tirando aceite, piezas rotas y neumáticos gastados, pero el corazón de su gente como principal impulso para buscar el título.

Cuando el carro rojiblanco marchaba sin problemas y ejercía presión, al minuto 20 llegó el gol de Nestor Calderón -con la colaboración de Alfredo Talavera- que parecía encaminarlo a una victoria tranquila sobre el Toluca.

Con el 1-0 en contra, los Diablos necesitaban 2 goles para lograr la hazaña de dejar fuera al Rebaño.

Sin embargo, el equipo de Hernán Cristante tuvo una tibia reacción.

En el arranque del segundo tiempo, Fernando Uribe empató 1-1, al rematar un balón regalado en un error grotesco de José Juan Vázquez en él área.

Ahí se puso el encuentro en un alambre para los rojiblancos: aunque el global 2-2 les daba el pase por su mejor posición en la Liga, el riesgo de un gol en contra del visitante lo dejaría fuera.

De pronto, todos los factores calamitosos le llegaron al chiverío.

En su primer cambio, Matías Almeyda metió a Ángel Zaldívar por Carlos Fierro, quien salió lastimado.

El Toluca insinuaba voluntad de buscar el segundo y eliminar al Rebaño, pero sin jugadas precisas ni fuerza en el último toque.

Apenas 16 minutos después de haber ingresado, en un pique Zaldívar sintió un tirón que lo hizo quejarse de dolor.

Almeyda ya preparaba a Eduardo López para ingresar y "Chelo" intentó seguir, confiado en que era sólo un susto.

Luego, Salcido cayó mal y se lastimó la espalda, lo que provocó una psicosis en la banca rojiblanca y un mar de dudas.

Zaldívar debió salir y se quemó el segundo cambio con un solo hombre.

El Toluca, lejos de aprovechar el desconcierto, se dejó llevar por el sentimentalismo de su entrenador, quien le había dado fuerza a su equipo con el ingreso de Enrique Triverio, pero decidió homenajear al veterano Antonio Naelson y ponerlo a jugar, cuando su equipo requería dinámica ante un Rebaño nervioso y tenso.

Ningún rojiblanco sano escatimó en esfuerzo por incomodar al rival, robar la pelota y atacar con lo que le quedaba.

"Los jugadores de Chivas parecían leones, no dejaban pensar al rival, le salían a robar cualquier balón", dijo Almeyda.

Salcido salió en medio de ovaciones, y cuando el reloj agonizaba y las Chivas habían renunciado a atacar, su gente provocó un estallido de cantos para darle fuerza a sus...

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