Guatemala: Lucha de Gigantes

AutorLeonardo Valero

Las consecuencias del fallido proceso de transición democrática en Guatemala serán más graves de las que hoy se advierten. Las luchas por el poder entre los distintos grupos que conforman el Gobierno guatemalteco, podrían traducirse en el regreso de los acontecimientos violentos que con sangre marcaron la década de los ochenta en el vecino país centroamericano.

Con evidente preocupación, Rigoberta Menchú habla sobre la Guatemala de hoy, esa que empezó a dibujarse tras la derrota del Presidente Alvaro Arzú. "Sumida al centro de una pugna entre gigantes donde los ciudadanos somos los principales damnificados", la describe.

Tras el intento de golpe de Estado en Venezuela, el Gobierno de Guatemala se convulsionó. El movimiento era tal, asegura la activista, que prácticamente se fraguó un golpe de Estado. "Un golpe intrafamiliar, pues golpistas y golpeado pertenecen a la misma familia política".

Apenas antier, relata, el jefe de la inteligencia guatemalteca admitió que al interior del Gobierno existen tres grupos "clandestinos", que sin refrendar ningún movimiento de tipo social, buscan quedarse con el poder a toda costa.

De estos tres grupos, afirma Men- chú, uno estaría vinculado a las fuerzas armadas, uno más estaría financiado por el jefe del Congreso, el General Ríos Montt, y un último estaría conformado por gente muy cercana al actual Presidente, Alfonso Portillo, y que hoy ocupan puestos importantes en su gabinete.

La creciente lucha por el control del Gobierno guatemalteco está creando el marco propicio para el retorno de grupos generadores de violencia, insiste Rigoberta, al calificar el fenómeno como "demasiado terrible para ese país".

Es precisamente bajo este marco, asegura, que fue asesinado el contador Guillermo Ovalle, uno de sus principales colaboradores y directivo de la Fundación Rigoberta Menchú Tum, creada con los fondos otorgados a la pacifista por el Instituto Nobel.

"Desde que recibimos el premio jamás habíamos sido atacados por ningún grupo", recuerda la dirigente indígena, quien hace ya diez años fuera condecorada con el máximo reconocimiento a los esfuerzos de paz en el mundo.

La sociedad civil guatemalteca, así como la internacional, deben movilizarse rápidamente para detener la violencia lo más pronto posible, dijo Menchú a manera de exhorto. "Si no frenamos la violencia ahora, las próximas elecciones en Guatemala podrían resultar muy sangrientas", advirtió.

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