Guardianes de la inocencia

AutorMaría Luisa Medellín

Lo confunden con Santa Clos

Quienes se encuentran a Jorge Villarreal se le quedan viendo, lo siguen y le toman fotos, aunque no esté caracterizado de Santa Clos.

Es inevitable, es albino, alto y robusto, de barba y cabello largos y blancos.

Directo y empático confiesa que hace 12 años inició la personificación del hombre de la sonora carcajada por necesidad.

Desde el principio le fue muy bien, asegura, la voz se corrió y sus compromisos aumentaron cada vez más.

"A veces tengo evento tras evento 10 horas seguidas, y lo más difícil es la correteada; andar de un lado para otro.

"Un 24 de diciembre andábamos perdidos, dábamos vueltas y vueltas por una misma zona hasta que nos paró una patrulla. El chofer que venía conmigo se bajó y cuando los oficiales le preguntaron qué pasaba, les contestó: 'Es que traigo a Santa', y no lo dejaron continuar. '¿Andas drogado o qué?', le dijeron.

"'No, asómense', y cuando me vieron, se apenaron. '¡Ah, sí es cierto! Discúlpanos, Santa', y hasta nos guiaron", cuenta divertido Jorge, de 45 años.

Dice que en una ocasión un agente lo detuvo por conducir a alta velocidad, pero no lo multó por tratarse del señor Clos, sólo le pidió ser más cuidadoso y después le preguntó: "¿Se te poncharon los renos?".

Sin embargo, en ocasiones Jorge sufre con los niños enfermos o los escépticos.

Recuerda a una niña que no quería tomarse una foto con él porque no creía en Santa, pero él habló con ella y cuando se dio cuenta de que su cabello y sus barbas eran reales, le pidió perdón, le dijo que sus amiguitos le decían que no existía.

Que no se pierda la magia

Desde octubre, Jesús Ariel Martínez Arty empieza a bolear botas, a peinar barbas, a preparar sus gorros y trajes rojos, y a pensar en cómo llegar al corazón de aquellos niños que han perdido la ilusión de Santa Clos.

Por fortuna, dice, son muchos más los que ahogan un grito de asombro apenas lo ven, abren los ojos como platos, y ya recuperados de la sorpresa, comienzan a gritar: "¡Es Santa! ¡Es Santa!".

No sólo es su aspecto robusto y sus ojos azules los que convencen, sino su voz sonora, la calidez de su mirada y su actitud bonachona. No por nada cumple 37 años de dar vida al entrañable personaje del Polo Norte.

La primera vez que aceptó esta encomienda fue a los 13 años. Al salir de la iglesia alguien le preguntó si le gustaría ir a...

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