Guadalupe Loaeza/ www.expertopolis.com

AutorGuadalupe Loaeza

El domingo por la tarde, Sofía recibió en su buzón, junto con su ejemplar de Proceso, un sobre blanco y largo. Los timbres postales denotaban un largo trayecto y la procedencia de un país que no le era en absoluto familiar. Por más que intentaba entender lo que decía cada uno de los sellos de los tres timbres ilustrados con un castillo medieval sobre una colina, no alcanzaba a descubrir el país de origen. Sin esperar un minuto rasgó el sobre y se encontró ante un pliego de papel amarillento con unos vocablos totalmente incomprensibles. "Sehrgeehrte Frau Sophie Garay", leyeron sus pequeños ojos color miel. "¿Qué onda con esto? ¿Será alemán, u holandés, finlandés, o quizá hasta flamenco? ¿Se tratará de algún 'ligue' que ya ni recuerde de hace muchos años? ¿Será acaso el anuncio de una herencia? ¿Y qué tal que se tratara de una carta de aceptación de una universidad extranjera? A lo mejor gané un viaje y no entiendo que gané y debo mandar mi respuesta a la mayor brevedad. ¿Y si fuera una carta enviada de una procuraduría extranjera en donde se me notifica acerca de una nueva cuenta bancaria de uno de los hermanos de Salinas? ¿Quién será? ¿Qué dirá? Me urge una traducción. Necesito saber qué me escriben. ¿Qué hago?", se preguntaba como enloquecida la pobre de Sofía. ¿Quién hubiera podido ayudarla ese domingo al mediodía? Para colmo de males, nada más tenía dos diccionarios; uno en francés y otro en inglés. Ninguno de los dos podía servirle.

Después de consultar a su amiga periodista y a su cuñada, ninguna de las cuales pudo ayudarla, se le ocurrió telefonear a Jacques Passy, un viejo amigo que había estudiado alemán en el Instituto Goethe. "Ay, Sofía, estoy a punto de salir. Permíteme darte su teléfono, él seguro va a poder ayudarte. Se llama Eduardo Alazraki. Es el 55-40-27-40. Llámale, no te vas a arrepentir". Cuando Sofía colgó el auricular, su curiosidad por conocer el contenido de la misiva rebasaba los límites. "¿Habla Eduardo? ¿No te molesto? ¿De verdad? Es que el señor Passy me dio tu número porque me urge traducir una carta que me llegó en un idioma in-com-pren-si-ble". A pesar de que su interlocutor, con una voz sumamente cortés, le comentó que no había problema, no se atrevió a decirle que en esos momentos su atención se encontraba totalmente volcada en las incumplidas Aguilas del América que nuevamente se convertían en el "ya merito". No obstante trató de ayudarla. Después de que Sofía le explicó cuál era su problema, Alazraki, en...

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