Guadalupe Loaeza/ Yo, la peor del mundo

AutorGuadalupe Loaeza

Hoy vamos a hablar de Juana Inés de la Cruz, quien, según Calleja, vino al mundo el 12 de noviembre de 1651. Por más que se ha buscado su acta de bautismo por todos los cielos y las tierras del mundo, nunca se ha encontrado. Lo que sí apareció, hace muchos años, en la parroquia de Chimalhuacán, fue una fe de bautismo: "Inés, hija de la Iglesia", dice con tinta color sepia y con una escritura tan antigua que casi ni se entiende.

"Es casi seguro que la Inés del acta de 1648 sea nuestra Juan Inés", dice Octavio Paz en su libro, Sor Juan Inés de la Cruz o Las trampas de la fe. ¿Hija de la Iglesia? Así llamaban, entonces, a las hijas naturales, es decir, a las hijas que no tenían un padre oficial o bien cuyo nombre se desconocía. Sin embargo, en el caso de Juanilla se sabía que el suyo se llamaba Pedro Manuel de Asbaje y Vargas Machuca. Dicen que era un caballero vizcaíno.

Hoy vamos a hablar de la niña Juana Inés, de la época en que estaba ávida por aprender a leer. En el Siglo 17 los únicos que podían ir a la universidad eran los varones. "Las mujeres no, aunque se muden de traje, es decir, aunque se travistan con ropas masculinas", escribe Margo Glantz en su maravilloso libro Sor Juana: la comparación y la hipérbole. Por eso en su Carta al Padre Núñez, le pregunta: "...¿y los privados y particulares estudios, quién los ha prohibido a las mujeres?... ¿qué dictamen de la razón hizo para nosotras tan severa ley?". A pesar de su cortísima edad, Juanita Inés estaba muy indignada. Protesta. Se impacienta y se enoja con su madre. Así lo narró en su Respuesta a Sor Filotea:

"Oí decir que había universidad y escuelas en que

se estudiaban las

ciencias, en México; y apenas lo oí cuando empecé

a matar a mi madre con instantes e importunos ruegos sobre

que, mudándome

el traje, me enviase a México, en casa de unos

deudos que tenía,

para estudiar y cursar la universidad".

A los 3 años, nuestra Sor Juanita quería saber lo que decían los libros. Quería saber qué significaban esos garabatos. Quería entender. Estaba dispuesta a todo con tal de sumirse en cada una de las páginas de las obras de su abuelo.

"Digo que no había cumplido los tres años de mi edad cuando enviando mi madre a una hermana, mayor que yo, a que se enseñase a leer en una de las que llaman Amigas, me llevó a mí tras ella el cariño y la travesura; y viendo que la daban lección, me encendí yo de manera en el deseo de saber leer, que engañando, a mi parecer, a la maestra, la dije que mi madre...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR